Como saben, ayer la revista Proceso publicó unos mensajes de Wasá entre Layda, su sobrino el Seso Loco y otros. La “filtración” tuvo un éxito formidable. Para ilustrar el alcance de la nota digamos que se esparció con la velocidad con la que la delincuencia está tomando el control de Campeche.
La moraleja es más que predecible: Layda está probando una cucharada de su propio mondongo.
Hasta aquí todo acorde con el caótico y deprimente clima político mexicano salvo por un aspecto que, al parecer, a nadie importa: LOS MENSAJES SON FALSOS.
Es simple: el tiempo en que supuestamente tuvieron lugar, en la precampaña de Layda, o en la campaña misma, Seso Loco ya había sido pateado y correteado por Alito.
Van los episodios de uno en uno.
En 2015 Alito compitió contra Layda por la gubernatura, y por ese entonces Seso Loco no sólo le dedicaba elogios desmesurados, sino que, siendo la tía candidata, prefirió al que luego envenenaría maquetas y fabricaría perros.
Alito ganó. Seso se convirtió en su encargado de redes sociales y montó una oficina en la Avenida Central, en casa de sus papás, a un costado del templo mormón (y ahí sigue, trabajando en lo mismo; por cierto, colocó una antena que inhibe la señal de internet en un kilómetro a la redonda, me dicen).
Como “estratega” de redes, es decir, de crear paginitas desechables, fue el responsable de la campaña contra los Enemigos de Campeche, en la que fuimos atacados los críticos del Supremo Idiota de Lomas del Castillo.
Mención aparte merecen las vilezas que Seso difundió contra Raúl Sales, su esposa e hijos.
Raúl, por cierto, es mencionado en los mensajes “filtrados”, dice ahí que van a correrlo, cosa que me parece rara cuando la televisora estatal a su cargo, TRC, está por recibir el mayor presupuesto en su historia reciente (o tal vez ese incremento de lana confirma que se va y quedará ahí alguien dispuesto a los moches. Cada quien haga sus cuentas.)
A Seso le fue bien con Alito, y a su esposa América ni se diga. Vio pasar, y pasó, un desfalco que todavía no ha sido cuantificado con certeza (ni lo será), que a ojo de buen cubero llegó a los tres mil millones de pesos y que forzosamente llevó su firma como Secretaria de Finanzas.
Pero en 2019 todo se rompió.
Alito se fue como candidato a la dirigencia del PRI nacional con la esposa de Moreira, Carolina Viggiano, como compañera de fórmula, y Seso iba con él. Pero en ese nivel el sobrino de Layda quedó expuesto, porque el único arte que domina: armar paginitas para atribuir preferencias sexuales, relaciones adúlteras o cualquiera de esas patrañas a los adversarios, no funcionan en esa liga.
Tons Alito lo pateó. Normal. En ese momento requería profesionales, no a alguien que te arme un spot de 30 segundos acusando a tus adversarios de aberraciones de alcoba o pretendiendo que la clave del triunfo está en nombrarte Jaguaro y en obligarte a mover las caderas como mulata caribeña. Digo, qué tan idiota debes estar para hacerle caso a un aSesor con esas ideas.
Despedido, resentido y humillado, Seso Loco regresó a la famiglia y halló gracia a los ojos de su tía, que nunca le ha negado el respaldo a los suyos con el dinero de nosotros. A esa etapa pertenecen los pagos que el prestanombres de Seso Loco recibió de la alcaldía Álvaro Obregón y que los medios han ventilado varias veces.
Luego la tía Layda vino como candidata al gobierno estatal, en diciembre de 2020. En esas fechas tenía más de quince puntos de ventaja sobre Christian Yadiro, el sobrino menso de Alito. Eliseo, el karateka frenético, ni figuraba.
Seso, por supuesto, se hizo cargo de la campaña.
Su desempeño fue el esperado: a finales de mayo, a unos días de la elección, el artemarcialista psicótico le daba sus llegues a las enaguas de la tía, los separaban apenas cuatro puntos en las encuestas. Y la votación se definió por un margen similar.
Layda desperdició una ventaja abrumadora y ganó apenas por la votación de Carmen, pueblo al que hoy maltrata, y de Xpujil. Y todo por culpa de Seso, que la vistió de felina y la puso a perrear hasta el suelo. Y para colmo, caraxo, el afiche copiado de Gambito de dama (Netflix), que convirtió a la señora en burla cósmica.
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Por otro lado, después de la huida de Alito al PRI quedó el buitre lunático, Aysa, en el Cuarto Piso; desde ahí ordenó una auditoría a las finanzas estatales encabezadas por América, esposa de Seso, y con los resultados en la mano la desterró a la coordinación de Asesores, primero, un espacio para vegetar y cobrar la quincena, y nada más. Después la bateó.
Y Aysa, ya en control del gobierno, sabemos bien a quién patrocinó, no por nada hoy pasea su dentadura juvenil en la embajada de República Dominicana.
Los mensajes se ubican en un momento en que Alito y Seso ya no tenían relación, y además Moreno estaba planeando transas y disertando sobre la mejor forma de matar periodistas desde el CEN del PRI. Si en la precampaña o en la campaña la doña recibió dinero del gobierno local, fue por Aysa.
Los mensajes son falsos, está claro. Lo grave de todo esto es que desde su Martes del Jaguar Layda ha fomentado la calumnia como actividad de gobierno sin importarle ni la investidura, ni la sensatez ni la decencia; y tripulando esa maquinaria semanal de vulgaridades y vilezas se ha enemistado con la zona VIP del país donde se mueven los hilos de la información.
El revire iba a llegar y llegó. Ayer atestiguamos el primer ajuste de cuentas: como cada martes de enjuagar miserias, una conversación plagada de ruindades entre tía y sobrino, inventada, sí, pero basada en sus biografías y en la degradación política que es obsesión familiar, se volvió nota nacional para deleite de los idiotas y enojo de los fanáticos.
Una vergüenza.
Y lo peor: tendremos más, mucho más de ese espectáculo reprobable, porque ni Layda y Seso tienen cómo superar los contornos de la fosa séptica que habitan, lo mismo que sus adversarios. En los años siguientes, Campeche permanecerá atorado en un triste martes de burlesque que ahora incluye balazos.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.