Los priistas protestaron ayer ante la CFE por los altos costos de las tarifas eléctricas, y hay en ello algo más indignante que el vulgar oportunismo del dirigente Lazo Pech y su manada, y es el profundo desprecio por la sociedad que suponen imbécil.
Campeones del cinismo, los payasos tricolores creen que somos lo suficientemente estúpidos para tragarnos la tierna historia de la conversión de los déspotas, en la que los mismos que engendraron las reformas estructurales que inflaron los precios de combustibles y electricidad, y entregaron todo a unos cuantos, son ahora nuestros defensores y aliados.
Lazo Pech ni siquiera fue capaz de imaginar un argumento más o menos digerible para justificarse, a fin de cuentas su auditorio somos nosotros, qué chingados, así que simplemente dijo: “Las nuevas exigencias políticas hacen que el partido enarbole las exigencias ciudadanas”. Carajo, Lazo Pech: ¿y cuales eran las viejas exigencias y qué intereses enarbolaba el PRI en ese entonces?
Ahora bien, si los priistas quieren reconstruir su credibilidad y probar que están del lado de la sociedad, una espléndida oportunidad espera por ellos: pueden combatir la improvisación, la negligencia y la inacabable voracidad del gobierno de maquetas y delirios de Alejandro Moreno, ¿o van a esperar a que finalice el sexenio para ladrar contra la corrupción, la impunidad, las obras inconclusas, el crecimiento implacable de la criminalidad, el desastre del sistema de Salud y sus muertos y dolientes, el uso del botox como programa de asistencia social con un sólo beneficiario, entre otras muchas perversiones?
¿Has imaginado, Lazo Pech, lo ridículo que te verías si en agosto de 2021, con Morena o Eliseo a punto de tomar el control del gobierno estatal, te plantaras frente a la mansión de 100 millones de pesos de Alito para protestar contra el saqueo? Pues así te veías ayer, con la diferencia de que ante la celebración kitsch que edificó el goberladrón, la caja de concreto de la CFE es El Santuario de las Lajas.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.