Ya entendí cuanta importancia tiene para las televisoras nacionales la Historia Patria. Hoy 13 de septiembre, día en que conmemoramos el sacrificio de los Niños Héroes, un programa matutino inició con una mención a cada uno de ellos, nombres y apellidos que el conductor leía trabajosamente en el teleprompter; luego, una de las conductoras preguntó qué habían hecho los Niños para considerarlos Héroes, su colega acudió al método socrático y respondió con otra pregunta: acaso tenía cara de historiador, todos estuvieron de acuerdo en que no y pasaron a la de ocho columnas: William Levy declaró que su paisana Niurka vive del escándalo y él, en cambio, es un actor. Niurka, por supuesto, reviró y con ese dramatismo impostado, híbrido entre Adela Micha y La Doña que tanto gusta al respetable, dijo:
-Mira papito, tú como actor no vales nada, eres plano, y también vives del escándalo, si no: qué fue lo que hiciste con la Bracamontes cuando grabaron la novela y dijeron que andaban juntos: lo mismo, escándalo, eso lo preparó la producción para vender la telenovela; qué impresión quedó, que ustedes dos se calentaron y se acostaron, y tu mujer de pendeja lo soportó. Eso sí, claro que me acostaría contigo, si estás buenísimo, pero sólo una noche y después te reciclo, así (tronó los dedos varias veces y se carcajeó).
Hoy 13 de septiembre, la conmemoración televisiva de los Niños que sacrificaron la vida defendiendo el Palacio de Chapultepec de las tropas norteamericanas y de la mezquindad e idiotez de sus superiores, mereció unos cuantos segundos en pantalla y fue preludio de lo verdaderamente importante: el pleito entre dos de los muchos retazos antropomorfos que el oleaje del Golfo y el Castrismo han lanzado a nuestras costas.
Tal vez ahí está la razón del porqué los mexicanos aspiramos a ser como “La Barbie” o cualquier otro ente análogo, pero jamás héroe de la Patria (ni siquiera a la hora de tirar penaltis).
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.