Tronó el Megadesmadre, cosa que se veía venir. Después del dramático suceso, llegó la respuesta oficial que también se veía venir.
Según Purux (a) “Fernando Ortega”, el Megadesmadre funcionó perfectamente bien; si reventó fue por las toneladas de basura que los cerdos campechanos tiran a la calle. Lo mismo dijo el constructor de la obra y las primeras planas de la prensa campechana, tan lejana de sus lectores y tan cercana al poder.
Casi seis años han transcurrido desde que el gobierno del Estado inició la “modernización” del malecón champotonero. No han terminado y ya hay baches de todo tamaño. Para esta desgracia también hubo una respuesta puntual a cargo del arquitecto González Curi, secretario de Obras Públicas: el malecón no tiene remedio, estará en ruinas toda la eternidad por los camiones pesados que destruyen la carpeta asfáltica.
El acueducto de Carmen, cuya construcción inició en el siglo 3 a.C., tampoco funciona. Según el gobernador, la razón del fracaso es la acumulación de ¿arena, sarro, piedras?, ya no recuerdo. Pero sigue ahí, esperando que venga el rey Juan Carlos de España para coserlo a balazos y coleccionar sus colmillos.
Como vemos, en el sexenio de Purux hay una constante: la culpa nunca cae en el suelo, siempre cae en el más pendejo.
Megabesitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.