Estoy notando en Champotón dos fenómenos que pueden definir la elección estatal: el primero es que le pesó mucho a Layda la bienvenida a tanto externo y la consiguiente traición a los morenos que, heridos y enardecidos, se están yendo a otras opciones políticas; y dos, a la gente no le cae bien Pozos, mejor dicho, le cae bastante mal y ahí hay una paradoja genial: además de ser un eficaz vomitivo por sí mismo, Layda le aportó nuevos y potentes elementos a la personalidad de Pozos con las manifestaciones que organizó en su contra por la aprobación de la Reforma Energética y otras puñaladas salvajes a la patria.
Pero qué historia tan curiosa: luego, al recibir a Pozos en el seno de Morena, Layda le sumó a su partido el prestigio funesto del expriista que ella misma ayudó a construir.
Escarbó su pozo y se tiró, mi niña Layda.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.