Bestiómetro huishóse de risa cuando, vía wasá, recibió el tuit de Alito que engalana este post y que, entre otras cosas, implica que el infame más universal que ha dado Campeche adquirió de pronto conciencia social y se angustió con el desastre educativo.
Sí, así es: ese cuento está muy redondo para aguacate.
¿En serio creen que alguien que pretende matar de hambre a los periodistas, que inmiscuyó a su propia madre en sus estafas, que no terminó la preparatoria y usurpó la profesión de abogado, puede importarle la educación?
Exacto.
Tons, ¿qué hay detrás del llanto de Alito por el triste futuro de los niños? A ver:
Obrador y Morena han profundizado la debacle educativa legada por el prian; las escuelas públicas siguen fabricando legiones de analfabetos incapaces de comprender el manual de una licuadora, de escribir su nombre sin faltas de ortografía o de resolver una simple operación matemática.
Por otro lado, los programas sociales de AMLO, hechos para construir una base electoral fiel a Morena, han generalizado entre los beneficiarios la certeza de que trabajar es un pecado que se redime con las becas Bienestar.
En suma, ignorancia y adicción al dinero fácil del gobierno, dos elementos centrales en la biografía de Alito, son ahora reproducidos por el estado mexicano a gran escala. De ahí la alarma del dirigente del PRI.
Él sabe que entre esa multitud habrá algunos con la brújula moral echada a perder, como la tiene él, que en una de esas entran en la política, aprenden a prostituirse como Dios manda y lo tumban de la silla.
Y nop, esa competencia no la quiere el priista.
Mejor a revertir el desastre educativo, que los niños adquieran habilidades para un futuro próspero lejos de la grilla, esa fosa séptica donde Alito es Aquamán y quiere seguir siéndolo forever.
Besitos que van caminito de la escuela.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.