Mi niña Layda: ir el viernes a las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) sin nada que ofrecer fue una torpeza.
Vea: la petición primera e irrevocable de los polis es la salida de Marcela, y eso es lo único que usted no está dispuesta a conceder, entonces ¿qué caso tenía enfrentarlos cara a cara? Le digo, fue una torpeza.
Ah, pero huir de las instalaciones de la SSP y, con la voz chillona por el enojo, culpar a Eliseo de la huelga de los policías, fue una torpeza con esteroides, mi niña Layda.
Eliseo es el personaje que al ganar el municipio en el 2018 ya era el gobernador del estado, le bastaba acostarse en una hamaca a esperar las elecciones del 2021. Pero privilegió la víscera sobre el cálculo político y se despedazó.
Y a ese mismo Eliseo le botaron hace unos días su candidatura al senado.
Y no obstante usted le atribuye a Montúfar una mente maestra para la política y el crimen y lo ha elevado a la categoría de villano de película de Bond, James Bond. ¿Se da cuenta, mi niña, de lo absurdo que suena eso?
Luego, otra fendejada de vuestrá mercé: acusar a los naranjas, y en menor medida a los priistas, de politizar la huelga policiaca.
Caraxo: claro que ellos están metiendo algo de ayuda al lío porque es su función como opositores: aprovechar los errores del gobernante y del partido en el poder, y no se haga de la boca chiquita que usted lo hizo cientos de veces.
¿Recuerda cuando proclamaba, cosita linda, que el asesinato de los estudiantes de Ayotzinapa fue obra del estado, cuando ridiculizó la Verdad Histórica que vendió Peña Nieto y se mandó hacer un vestido de varios miles de pesos para modelar la protesta?
Hoy que los morenos como usted están en el poder defienden la misma Verdad Histórica de Peña Nieto, continúan encubriendo a la milicia y les importa un caraxo que ya no sean 43 sino 44 los estudiantes masacrados.
Y la militarización, mi niña: Bartlett y usted vomitando sapos y culebras contra los delirios militares de Calderón. Y hoy que Amlo ha llevado la militarización a zonas demenciales, la intromisión de las Fuerzas Armadas en la vida civil le viene guanga, mi niña, porque sus reproches eran parte de las circunstancias y de su función opositora.
Usted empañó el espejo y ahora, señorita Layda, se queja de que no está claro.
¿Hasta dónde llegan sus burradas, muñequita linda de cabellos adobados? Imagínese: los dos sujetos que habitan en su cabeza, uno para mal y otra para bien, ruegan por lo mismo: que usted insista en sus errores:
Eliseo porque no encontrará nunca mejor estratega de campaña que usted;
y Marcela porque jamás hallará otra jefa como usté que le perdone y celebre su colosal negligencia, su inacabable soberbia y ese fervor por la opulencia y la ostentación con el que ha insultado a los campechanos.
Es usted genial, mi niña: amigos y enemigos tienen la mismas razones para adorarla: su consternante entendimiento de la política y la sensibilidad de su papá cuando se robó San Lorenzo.
Besitos con uniforme policiaco,
Tantán.
Marcela amaneció hoy domingo como Secretaria de Seguridad Pública. Layda sigue desafiando a su pueblo y el pueblo vuelve a marchar. Nos vemos a las seis de la tarde en el malecón.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.