Para arribar a la presidencia del PRI, Alito contrajo compromisos económicos con medios de comunicación nacionales bajo promesa de que el gobierno campechano pagaría hasta el último centavo. Pero no fue así. Aysa se negó a saldar cuentas porque entonces no quedaría nada para él y la política no es una profesión filántropica.
La tacañería de Aysa tuvo consecuencias y la semana pasada se soltaron las bestias: hasta TV Apesta le pegó al buitre artrítico por el manejo desastroso de la pandemia y la cobardía de haber desaparecido cuando su pueblo más lo necesita. Esta vez Alito no envenenó a los perros sino que, con el cuento de que dio instrucciones y el otro desobedeció, los mandó a morder.
Todo lo que dijeron los medios es cierto: aquí ya no hay camas ni medicinas ni equipo ni nada. Enferman todos y mueren muchos, y sus muertes son honradas con la vileza burocrática de manipular las cifras, aplanar curvas, mentir sobre disponibilidad hospitalaria para que el gobierno parezca menos inepto, menos irresponsable, menos criminal.
Y, además, de pronto los ayuntamientos empezaron a urgir exhumaciones para ingresar nuevos inquilinos en los cementerios. No se sabe cuántos fallecidos por causas relacionadas al covid han sido guardados porque a muy pocos les hacen la prueba. Según la lógica gubernamental, pocas pruebas, pocos muertos por pandemia, buen trabajo y a enterrar lo que debería incinerarse. Lo que nos espera.
Pero la denuncia contra Aysa hecha por la prensa no supone ningún respeto a la profesión ni la consagración de la ética periodística, no se equivoquen, es mas bien otra forma de la infamia. Los medios denunciaron porque quieren su parte en el saqueo de nuestras finanzas.
Por lo anterior es que después de la oleada de señalamientos, silencio. Tiempo de negociar. Ahora los recursos que deberían aplicarse a Salud se destinarán a los medios que, en retribución, enmudecerán. Lo que se embolsarán los aztecos y demás profundizará la crisis que denunciaron con tanta indignación pero Ética es una isla griega plagada de burdeles.
Es así como con dinero nuestro Aysa ganará el derecho a seguir sepultando la catástrofe bajo sus recuentos artificiales y sin perro que le ladre, y Alito saldará, por fin, sus deudas.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
