A principios del año pasado, el gobernador Alito marchó junto a su rebaño de burócratas y líderes de oposición amaestrados para protestar contra el muro fronterizo, y luego amenazó con viajar a los EUU para tomarle la rectoría a Trump (o algo así); por esas mismas fechas, anunció su plan de austeridad que consistía, fundamentalmente, en vender el decrépito abejorro que funge como avión oficial, en no comprar vehículos Ford y en eliminar gastos superfluos.
Un año después, el avión sigue tosiendo tuercas en el aeropuerto, cosa que poco le importa a Alito que se transporta en nave privada rentada a una empresa norteamericana hasta donde se sabe, porque en este “sexenio de la transparencia” los alitolovers han ocultado sistemáticamente los datos de ese despilfarro (si quieren rastrear vuelos, bajen estas aplicaciones: Flight Radar24 y el FlightAware).
Además, seguimos comprando vehículos Ford (patrullas Fusion y ambulancia) y la eliminación de gastos superfluos, traducido al idioma de Alito, se convirtió en un gasto de 22 mil millones de pesos cuando el presupuesto aprobado por el congreso para el 2017 fue de 19 mil millones.
Es decir, nuestro Calígula pechocho se excedió en apenitas 3 mil 500 millones de pesos.
Esos 3 mil 500 millones de pesos, más de dos veces el costo del Nuevo Puente de la Unidad, fueron derrochados en la Oficina del Gobernador y en publicidad oficial, y de encima Alito manoseó el presupuesto para reducir el dinero que le correspondía a Salud, Protección Civil, Desarrollo Energético Sustentable, Educación (que en 2017 sufrió un recorte de 413 millones de pesos) y otras instancias para redistribuirlo también entre su Oficina, sus delirios presidenciales y los ataques contra alcaldes de oposición y otros adversarios políticos.
Y no contento con haberse sobrepasado en sus gastos, tuvo tiempo de endeudarnos con mil 606 millones de pesos que pagaremos a la banca comercial, si bien nos va, durante 20 años.
Así, después de las malas mañas aplicadas por Moreno al dinero de todos, 628 millones de pesos fueron a dar a Comunicación Social, cuando lo aprobado para esa dependencia era 162 millones. Y el presupuesto original de la Oficina del Gobernador a cargo de Claudio Cetina, que era de 195 millones, pasó a 563 millones de pesos.
Arribamos aquí, Sancho, a esa lógica absurda que es una de las razones de nuestra desgracia: con un presupuesto de 127 millones de pesos el Instituto Campechano proporciona educación a 2 mil 400 alumnos y salario a centenas de personas, entre docentes y administrativos, mientras que Claudio Cetina dilapidó 5 veces más dinero en un miserable chip. Las PRIoridades de Alito y sus acólitos son criminales.
Ahí tienen el resultado del plan de austeridad del Supremo, una lactancia orwelliana. No va a pasar nada, lo sé, aquí la única ciudadanía posible florece únicamente en carnaval con Maluma de por medio. El resto del año marchan a la hora y por la causa que les ordenen. Pero si dentro de 3 años, cuando esta rata abandone el barco, se les ocurre levantar la voz contra el saqueo como lo hicieron cuando Purux ya estaba en Paraguay, recuerden que esos desplantes fuera de tiempo sólo sirven, mis liberales y heroicos, para confirmar la cobardía colectiva.
Besitos.
Tantán.
Datos tomados de Página 66 y Página Abierta, basados a su vez en datos del gasto corriente, informes trimestrales del gasto, Oficina del Gobernador, Presupuesto de Egresos del Estado de Campeche 2017, servicios de comunicación social y publicidad.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.