Aprovechando que los liberales y heroicos burrócratas vagan entre el chupe, los conciertos y los desfiles de carnaval, el gobernador puso en libertad a Miguel Duarte y Cobos Toledo, exfuncionarios de la Secretaría de Salud en el sexenio de Fernando Ortega. Hoy por la tarde abandonaron el reclusorio de Kobén.
Cobos y Duarte fueron acusados hace algunos meses por la Fiscalía estatal de desviar cerca de 500 millones de pesos, pero lo más importante es que, junto con el exalcalde de Carmen Enrique Iván González, formaron parte fundamental del montaje mediático de Alito Moreno, aquel en el que se comprometió a castigar la corrupción porque en su mandato “nadie estará por encima de la ley”.
El montaje no daba para mucho.
La residencia en Lomas del Castillo de más de 100 millones de pesos, el exalcalde de Hecelchakán premiado con cargo en la secretaría de Gobierno de Aysa, mi expresidente municipal Arjona Rosado prendido de nuevo a la ubre en la delegación que le consiguió su animAlito preferido, etcétera, eran demostraciones de que los arrebatos de honestidad y lucha contra el latrocinio de Moreno Cárdenas sólo servían para alimentar la fe de su feligresía y las primeras planas de los medios de comunicación locales, que en parte por el descrédito labrado durante años de entrega al poder, en parte por la influencia de las redes sociales, subsisten por la gracia del dinero público.
Pero hoy, con la liberación de los amigos de Fernando Ortega, el montaje se hizo añicos.
Ahora la única esperanza de castigar a los perseguidos de la Fiscalía se reduce a que los capturen en un retén policíaco por polarizado ilegal o a que se estacionen en línea amarilla porque, tal y como acabamos de comprobar, en el Campeche disparatado de Alito Moreno es más peligroso protegerse del calor volcánico y de los rayos ultravioleta que saquear el erario.
Post scriptum: ¿Enrique Iván González, exalcalde de Carmen, sigue en Kobén o también está afuera?
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.