Este sancocho de la contrarreforma energética de Amlo ya está listo, la ley será aprobada y con la participación más que entusiasta del PRI, así que los foros, consultas y asambleas que verán en breve serán solo para disfrazar una decisión política ya tomada y por demás vulgar. Veamos.
De votar en contra de la ley de Amlo el PRI ganaría, tal vez, cierto reconocimiento ciudadano, que de poco o nada serviría para revertir la mala fama ganada a pulso durante décadas de autoritarismo, saqueo e ineptitud. La recompensa es insignificante pero el riesgo de un coletazo presidencial que confine a Alito en la cárcel es inmenso.
Ahora bien, en el otro extremo, accediendo a las pretensiones de Amlo, Alito y adláteres garantizan la impunidad definitiva concedida por las manitas milagrosas del Santísimo Niño del Platanar, y quedarían en posición de recibir otros dones como diputaciones, senadurías y gobiernos estatales en retribución a su lealtad. La vuelta a la democracia simulada como en los tiempos gloriosos del anciano PRI.
Los pagos podrían empezar pronto. El próximo año estarán en juego electoral Oaxaca, donde gobierna Murat, e Hidalgo, uno de los últimos bastiones priistas junto con el Edomex, que estará en disputa en 2023 y pertenece al grupo Atlacomulco de Peña Nieto, personaje que, al igual que el Chapo, goza de todo el respeto de nuestro presidente.
Un triunfo regalado en cualquiera de esos lugares sería una bendición para los negocios privados escanciados con dinero público, que conocemos bien en Campeche, sobre todo si el preciso ordena a la UIF y a la Fiscalía no importunar a los aliados.
Y luego el 2024, elecciones presidenciales, la oportunidad del PRI para, primero, aportar un candidato consagrado al bombardeo a los adversarios de Obrador y, después, para legitimar cualquier monstruosidad electoral reconociendo el triunfo inobjetable de Morena y la inmaculada limpieza de la jornada electoral.
La lealtad a Obrador es el boleto ganador y el premio es esa especie de vida artificial de la que ha gozado el Verde Ecologista durante tantos años, y acaso no hay mejor destino para el PRI de Alito que no conoce otra forma de subsistir que succionar la ubre presupuestal.
Después de la alianza Va por México, ideada para terminar de hundir al PAN con el peso del descrédito historico del PRI, veremos la consolidación del PriMor y, paralelamente, otra transformación asombrosa de los morenos, esos que odiaban la militarización y ahora la aplauden, que eran feministas y ahora aborrecen a las revoltosas, y que del abucheo y las condenas a Alito pasarán a homenajearlo por empujar el regreso del reino de tinieblas de la CFE.
Por supuesto, en Campeche olvídense de convertir la casa del exmandatario en Museo de la Corrupción y otros despropósitos de campaña de la Señorita Layda, que si nunca tuvo la intención de perseguir a nadie porque algunos de sus familiares participaron en el espantoso saqueo del sexenio anterior y porque sus achichincles fueron subsidiados generosamente por Alito, ahora tiene la justificación perfecta para enterrar sus promesas sin recurrir a una consulta popular: Moreno Cárdenas va con Amlo y, por tanto, sus crímenes han sido perdonados y su patrimonio, bendecido. Amén.
Vibren alto.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
