Pues no hubo nunca para reparar baches, alumbrado público, el sistema de agua potable y demás problemas endémicos que presenta Champotón, pero sí para que el alcalde José Luis Arjona intente salvarse en las elecciones del siete de junio.
Según el mismo Arjona Rosado, desde enero tiene a sueldo quincenal de mil 500 pesos a 700 movilizadores. En total, dos millones 100 mil pesos mensuales, doce millones 600 mil pesos de enero a junio para mantener a los responsables de llevar a votar a los jodidos y luego entregarles sus migajas.
Y es que Arjona no puede perder Champotón. Si pierde y Alito gana, se va al tanque; y si Alito es derrotado, también, porque no tiene forma de cubrir el desastre administrativo y financiero de su gobierno.
Por eso José Luis ha desviado doce millones de pesos que bien podría haber invertido en los servicios públicos que el ayuntamiento está obligado a garantizar, y los ha gastado en la operación del fraude electoral seguro de que, como siempre, en la soledad de la urna el champotonero se venderá como puta de burdel de mala muerte y votará para legitimar el saqueo.
Y lo peor es que puede salirse con la suya.
Hace mucho tiempo que los hijastros de Moch Couoh nos alejamos de la dignidad ciudadana para volvernos una masa borreguil que se contenta con recibir lo que sea y votar por quien le digan. Así nos ha ido, hemos convertido nuestro pueblo en un basurero pestilente y parece que estamos obsesionados por seguir igual, o peor si es posible.
Arjona nos robó doce millones de pesos para robarnos la elección, es apenas una parte de lo que tirará el PRI para ganar como sea. A eso súmenle lo que pondrá Alito y el gordo Uribe. Ah, pero eso sí: no dudo que la tarde del siete de junio, entre cagüamas, restos de chicharrón y una nube de moscas, muchos champotoneros festejarán por haber hecho pendejos a los priistas: mira que pagar una lanita por el pinchurriento voto que no sirve para nada.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.