Hoy, a eso de las once de la mañana, a un costado del Hotel Plaza, vi a varios policías echándole porras a una grúa que levantaba un vehículo estacionado en doble fila; poco después, frente al Súper Campeche, vi a tres uniformados multando conductores estacionados en línea amarilla.
Recordé el sexenio de Jorge Carlos Hurtado, que inició con la misma ferocidad policiaca y el mismo amarillamiento letal, cruzada que duró lo que la promesa de industrialización del Camino Real. Como en un poema de Borges, los hombres y sus idioteces vuelven cíclicamente.
¿Qué objetivo persiguen el director de Seguridad Pública y su jefe, Alito, con esta persecución? Tal vez corregir las deficiencias de los conductores campechanos que somos un asco, cierto, pero el origen del problema está en la misma Dirección de Vialidad: para obtener una licencia no hace falta conocer el reglamento de tránsito ni aprobar un examen de manejo, basta con una mordida. Por ahí debieron comenzar.
-0-
Ahora bien, la enjundia justiciera es selectiva. Mientras los polis acribillan automovilistas, la delincuencia crece en grande.
Según Semáforo Delictivo, en el mes de octubre Campeche se ubicó arriba de la media histórica en sus indicadores criminales con seis focos rojos de ocho posibles: secuestro, extorsión, robo de vehículo, robo a casa, lesiones y violación.
Un mes antes, en septiembre, cuando Alito arribó al Cuarto Piso, Campeche presentaba sólo un foco rojo: robo de vehículo; estábamos en verde en homicidios, secuestros, robo a negocio, lesiones y violación, y en amarillo en extorsión y robo a casa.
30 días bastaron para ponernos en sintonía con Puebla, que también sorprende por el reciente aumento de la inseguridad, y a un paso de empatar con Querétaro, la entidad peor evaluada con siete focos rojos. Pero recuerden que querer es lograr.
Lo grave es que no se ve por dónde puedan mejorar las cosas.
Hasta ahora, ante la ola de crímenes, la reacción del gobierno ha sido la declaratitis de Alito; o la inoperancia que espera a que el olvido haga su chamba, como en el caso del empresario baleado frente a Casa de Justicia; o el cerco informativo, razón por la que nada supimos de los dos ejecutados hallados dentro de una camioneta en un puente del Periférico Pablo García; o los alucines macabros del Fiscal campechano, que pueden convertir un feminicidio en suicidio, como sucedió en Isla Aguada con Laura Gabriela Yáñez González, que sin ayuda ni manual de instrucciones se madreó, violó, cavó su tumba y se prendió fuego.
Y de la otra delincuencia, la política, que nuestro gobernador juró combatir, mejor no hacerse ilusiones: en Carmen Enrique Iván sigue dándole vuelo a la hilacha, Arjona en Champotón y Sleme en Hecelchakán en espera de ser premiados con un cargo, y Fernando Ortega y Sarmiento wishados de risa, con su futuro y el de sus descendientes perfectamente asegurado.
-0-
Alito está aprendiendo que no es lo mismo ser borracho que cantinero, neta filosófica que no le enseñaron en la René Descartes. Pero él estará a salvo este sexenio, claro, protegido por guachomas, refundido en suburbans blindadas, inmune a la realidad cotidiana y elogiado por la prensa comprada. Puede dedicarse a lo que le gusta, declarar y tomarse fotos, sin cargos de conciencia.
El problema es de nosotros: indefensos ante los criminales, abandonados por el aparato de justicia y engañados por los medios, ahora también tenemos que lidiar con la crueldad policiaca si cometemos la monstruosidad de estacionarnos en línea amarilla.
Oh, liberales y heroicos burrócratas: vamos a pagar con sangre no haber defendido a Campeche con el voto.
Besitos.
Tantán.
Semáforo Delictivo, según José Roberto Cisneros Duarte de CNN Expansión, “es una herramienta desarrollada por ciudadanos que concentra información oficial”. Pueden consultar la página aquí: http://www.semaforo.com.mx
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.