El viernes por la tarde me encontré con una respuesta de José Luis Llovera Abreu, hombre de firmes convicciones, ejemplo de lealtad, que fuera, en su etapa priista, funcionario del requetecontra H. Ayuntamiento de Campeche; luego, gracias a la amistad con Juan Camilo, tripulante de Sedesol Federal, y ahora sabrá Dios dónde ande, aunque por su prosa lo imagino en una comisaría ejidal.
Para que se diviertan, les entrego la res…, bueno, la cosa esa que me recetó el buen Lloverita y el revire. Feliz viernes.
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Jajajaja el brutal descaro de un novel escribidor inculto.
Cuando quieras un prolegómeno, ask for help my young apprentice. (no te aseguro que me entiendas, lo que natura no da, Salamanca no enseña)
Espero sigas hallando entretenimiento en tu empecinado ocio por “sugerir” líneas ideológicas por esta vía.
Suerte.
José Luis Llovera Abreu. M.ARQ. Calle Uruguay # 4 Lomas de las Flores C.P. 24060 Campeche, Campeche MÉXICO
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Lloverita, bienvenido.
Primero que nada un reconocimiento: la mayoría de los becarios que al extranjero van regresan hablando un inglés monosilábico, de mesero campechano, pero tú por lo menos lo escribes con cierta propiedad y hasta con reminiscencias del maestro Yoda, y recuerdos muy buenos eso me trae, my poor child.
Segundo, un regañito: es fama que los lugares comunes son usados generalmente por escritores muy limitados, así que comprendo lo de las luces salmantinas y su imposible lucha contra lo que Natura hizo sombrío. Pero nada te costaba pensarle un poquito a ver si topabas con algo más o menos original, por ejemplo: “Lo que Llovera no da, Escocia no lo presta”.
Tercero, un regañote, mozalbete de porra: ignoro de dónde sacaste o a quién aprendiste las malas mañas ortográficas, pero debo advertirte que si continúas escribiendo como egresado de la Normal de Hecelchakán, me será imposible alargar este apasionado intercambio. No tienes ni peregrina idea de cuánto lo siento, porque adivino la diversión que traerían tus criptogramas purépechas, pero encuentro muy poca nobleza en aprovecharme del analfabetismo funcional.
Por cierto, young Lewinsky, tus prolegómenos puedes ofrecerlos a Editorial Ejea.
Y cuarto: hallo, sí, mucho entretenimiento en “sugerir” por esta y por otras vías lo que sea menester. Y como tu respuesta, o intento de, no tiene desperdicio, me perdonarás que la publique en mi blog: bestiometro.blogspot.com; en las ciberpáginas de la televisora cuya propiedad comparto con otros cuatro socios: www.campeche.tv y www.tvmc76.com; y además que la envíe a media cristiandad: sería injusto que el resto de los mortales desconozcan la obra maestra que vuestra merced hizo favor de regalarme.
Besitos,
Miguel Villarino Arnábar
Calle 30 Num. 17-C, Colonia Centro, C.P. 24400, Champotón, Campeche, México, América, Tierra, etcétera, Vía Láctea, etcétera, etcétera, Dios (si es que se me permite tal referencia postal).
Villarino, sólo refrendas la clásica actitud de alguien con ciertos complejos, infranqueables por supuesto, sobre todo cuando de tópicos sociales se trata.
Lamento que tu afición por la escritura la desperdicies en destruir y no en construir, sobre todo cuando sabemos que este país está ávido de talentos edificadores y no de lo contrario. Eso ha lastimado a nuestro México desde antaño.
No tengo la intención de entablar contigo una serie de intercambios epistolares, no tengo tiempo para hacerlo, aunque reconozco que serías un digno contertulio electrónico. Por lo visto, tu me conoces, a diferencia mia, yo no te conozco.
Te aconsejo también que no dañes a instituciones campechanas como la de Hecelchakán, y mucho menos a culturas ancestrales como la Purépecha, eso sólo trae consigo connotaciones raciales que lo único que consiguen es denigrar aun más, la ya golpeada idiosincracia del mexicano. No esperaría leerlo más de alguien que se jacta orgullosamente campechano y champotonero como tu mismo lo aseveras.
Mi afición por la cultura y las bellas artes (perdón pero eso ha sido circunstancial en mi vida) ha sido atávica. No tengo nada más que apuntar al respecto.
Suerte en tu empresa y ojalá tomes en cuenta mis comentarios.
José Luis Llovera Abreu. M.ARQ. Calle Uruguay # 4 Lomas de las Flores C.P. 24060 Campeche, Campeche MÉXICO
Bienvenido otra vez, Lloverita. Por cierto, se nota que te esmeraste en el texto, picarón. Lo agradezco. Inicio:
Aquí el único que refrendó complejos, infranqueables por supuesto, es vuestra mercé. Responde lo siguiente: ¿sentirse a años luz del resto de la perrada por razones de raza, clase, educación, bilingüismo galáctico, etcétera, es o no síntoma de un severo complejo de superioridad? ¿Verdad que sí, chito? Me extiendo porque en este caso, me temo, no es bueno ser esquemático. Sin saber con quién te metías pero asumiéndote muy por encima, Lloverita, es decir, nomás por tus tanates, Lloverita, armaste un triste trabalenguas donde adjetivaste y luego intercalaste lo que, supongo, consideras extranjerismos deliciosos e inalcanzables: brutal, inculto, ask, help, etcétera. Mi contestación siguió puntualmente lo que habías garrapateado, con la finalidad de señalarte, entre otras cosas, lo absurdo que resulta juzgarse superior porque se ladra en inglés.
No obstante vuelves a la carga, me atribuyes tus complejos y lo que es peor, a la inversa; en mi respuesta, según tú, refrendo resentimientos sobre todo cuando de tópicos sociales se trata. Imagino que, según tú again, lo pertinente era apechugar tus ofensas, guardar un respetuoso silencio y así cada quien jugaba su parte en esta mala telenovela. Poner el lomo para que Su Eminencia baje del carruaje. Vaya que estás grave. Terminemos de una vez por todas con tanta caballada, Lloverita: nos definen los hechos, y más allá de tus alucines aristocráticos o de la índole que sean, tu respuesta fue la de un pretencioso barbaján. Ni más ni menos. Si no me crees, pregunto: si recibieras una carta igual de ordinaria, ¿qué pensarías del remitente?
Además, Lloverita, reflexiona sobre tu inconcebible indiferencia a los dictados de mundo exterior, donde el inglés es moneda corriente y lo hablan hasta las garrapatas. ¿Verdad que fue una estupidez?
Cada quien aprovecha o desperdicia sus aficiones como mejor le parece y nadie tiene por qué lamentarlo. Como dijo alguien que ponía el lomo en Oaxaca: “El respeto a las aficiones ajenas es la paz”.
¿Llamas a los “talentos edificadores” a construir? Orwell definía a Inglaterra como una gran familia gobernada por los más enfermos. Los mexicanos somos también una gran familia, eso nos repiten a cada rato, supongo que gobernada también por los más enfermos, eso me repito a cada rato. Sólo que aquí, Lloverita, los mandantes destruyen la mayor parte del tiempo, construyen sólo cuando les dan diezmo e instruyen a sus escribidores para que estos, a su vez, señalen a los crític
os, les recriminen su proceder y luego los inviten a construir. Sobre el particular, podrías revisar la fábul… perdón, iba a cometer un crimen: proponerte que leyeras a Monterroso pero no creo que haga honor a tu estatura intelectual.
De la intención de entablar intercambios epistolares, me declaro inocente. Lo que sucedió es que hace unos días me llegó un correo llamándome quién sabe cuántas cosas, y vieras que hasta en inglés, y me limité a responder. Eso fue todo.
No, no te conozco. Ante la ausencia de mi cuatacho Juan Fernando, mi Virgilio en cuestiones de linajes liberales, heroicos y patriotas, pregunté a ciertos conocidos y las referencias que obtuve fueron: la beca en Escocia que te pagó el gobierno priista del Estado, tu viaje del priismo al panismo federal vía Mouriño y tu vínculo político con don Calín. Como diría Fox, en ambos tres casos lo siento.
Sobre lo de Hecelchakán, no sea usted Evenflo. Para despedazar esa institución se bastan sus egresados recientes y sus actuales estudiantes, y les sobra desparpajo. Date una vueltecita por ahí para que sufras en carne propia la decadencia de esa escuela que fue, fue, fue, pero ya no es. La mejor fecha es el dos de octubre.
Una pregunta: ¿quién dañó la cultura ancestral de los purépechas? Tolero tus impulsos clasistas y hasta que escribas con cierta dificultad, pero que no sepas leer se convierte en un problema tremendo. Calificar de purépecha un criptograma es la mejor forma de dignificarlo. Para probarlo, zámpate un discurso de Felipe Calderón y si eso no basta, repitamos juntos: Parangaricutiri… ¡aaaaagggggg!
No me jacto de ser champotonero, campechano o mexicano, lo soy que es distinto. Los fulgores abstractos a que refiere don José Emilio Pacheco, Lloverita.
Nadie ha discutido tu afición a lo que sea, según tengo entendido. Pero si algún palurdo igualado lo hizo, ponlo en su lugar con una refutación que le quite de la mollera cualquier menosprecio a tus atavismos. Faltaba más.
No vayas por ahí repartiendo consejos, es la mejor forma de llegar a viejo sin ser tachado de pedante o impertinente.
A la idiosincrasia (por cierto, escribiste “idiosincracia”) del mexicano hay que golpearla y mucho. Sólo así cambiará, sólo así perecerán los carruajes y lomos imaginarios.
Agradezco en lo que vale que me tomes como un digno contertulio electrónico. No estaría mal, mi estimado Lloverita, siempre y cuando lo hagas con humildad: en nada ayuda creerse la personificación de Shakespeare en un congreso del SNTE.
Saludos,
Miguel Villarino
Bonus track: Debe haberte llegado un correo donde escribí: “La típica respuesta de quién se siente perdido”, o algo así. Perdona mi mala memoria. El envío era para un tío que está muy divertido con todo esto y me pidió le mantuviera informado. Serviría también como epígrafe de tu última carta.
Villarino, primero tengo que reconocer que esta comunicación, aunque sea a tajos, me ha resultado reconfortante. Rara avis hoy día quien escribe con cierta propiedad, sobre todo en este mundo donde pululan los escribidores agrestes. Tu en cambio, has sobresalido de la turbamulta. Bien.
Por cierto, no me esmeré en el texto, me sale natural. Repito, es un don atávico.
¿Te refieres a mi primo Juan Fernando Estrada Abreu?… si es asi, no sabía que lo conocieras, de hecho hace muchos meses que no hablo con el.
Yo no me considero superior porque hablo inglés, simplemente me gusta ese idioma a pesar de ser tan parco, asi es simplemente.
Me abruma la cantidad de mexicanos insolentes que no otorgan ni una pizca de reconocimiento a nuestro Presidente, que, ensimismados en su necio afán por menospreciar sistemáticamente lo que hace, dejan a un lado lo bueno y sólo reconocen lo malo. No ofrecer ni un atisbo de admiración a quien ha confrontado como nadie a la delincuencia organizada me parece un absurdo y una cerrazón mental sin parangón.
Por cierto, nunca fui priista, quizás no lo sería nunca. Soy panista por otra historia muy vinculada con mis hermanos caídos, de eso no quiero hablar.
Saludos.
José Luis Llovera Abreu. M.ARQ. Calle Uruguay # 4 Lomas de las Flores C.P. 24060 Campeche, Campeche MÉXICO
Bienvenido de nuevo al lugar de sus grandes éxitos, don Lloverita.
Me siento muy, muy honrado por sus elogios sobre la cierta propiedad con la que escribo y lo reconfortante que le ha resultado esta comunicación; créame, es una distinción que presumiré hasta el fin de mis días, Sr. Turbamulta. Y sí, tiene usted toda la razón, es obvio que no se esmera en sus textos sino que los supura con naturalidad; debe tratarse, como usted mismo diagnosticó, de una cuestión atávica. Ojalá exista cura.
Hablando de perros galácticos, me parece que la insolencia de los mexicanos no es nueva. En el año de 1939, muy presente tengo yo, unos insolentes encabezados por Gómez Morín fundaron un partido, Acción Nacional, y durante 61 años se dedicaron a proferir insolencias contra los gobiernos robolucionarios, hasta que en el año 2000, muy presente tengo yo, una insolente militante blanquiazul llegó a la presidencia de la República: doña Martita Sahagún. El resto creo que ya lo sabes.
Noto con alegría que a tres cartas de distancia, Lloverita, has cambiado sustancialmente tu actitud. Poco queda ya de la arrogancia y la vulgaridad de aquella primera entrega, donde te regodeaste insultándome, ofreciste prolegómenos, ladraste en inglés Jedi y culpaste a una tal Natura de haber sido especialmente austera conmigo, tanto que ni Salamanca podría salvarme. Hoy te siento mesurado, y habla muy bien de tu rehabilitación el que hayas abandonado la absurda idea de que el inglés es una barrera social y aceptes, con humildad, que simplemente disfrutas ese idioma por ser tan parco (me lavo las manos, toca a Shakespeare responder esa infamia).
Me parece que has recibido y aprendido tu lección, Lloverita, y por tanto ya no tengo nada más que decir. Esta misa ha concluido. Puedes irte en paz, hijo mío. In nomine Patris…
Miguel Villarino Arnábar
Villarino, debo reconocer que he hallado un singular ánimo por contestar tus envíos. Hoy, camino al departamento, hasta avizoré mi encuentro con tu contestación y auguré sin titubeos mi posible respuesta.
Mi trabajo es extenuante y en esta urbe anónima se vuelve aun más cansado. Tengo que dialogar a diario con muchas personas y lidiar con sabelotodos espontáneos de todo el país. Eso es aun más agotador. Dice mi padre (un sabio) que desgraciadamente lo pendejo se pega y que lo inteligente jamás.¡Es la supina verdad! Después de un buen rato de escuchar sandeces uno ya no sabe si asentir o diferir con esa persona. Es por ello, que reconforta el saber que siempre se puede departir a gusto con un ser pensante.
Mi letrado Villarino, tu primer párrafo ha sido una alegoría complaciente. No seas tan condescendiente ya que se vuelve una retórica inverosímil con tintes acomodaticios; jajajajaja perdón lo socarrón pero tenía que decirlo, aunque entiendo perfectamente tu punto. Es broma.
Perdón, pero tengo que insistir en lo paradójico de nuestro encuentro virtual. En efecto, fuí quizás grosero en mi primer envío, lo reconozco, pero también reconozco que ya estoy harto de tanta crítica infundada al gobierno federal que sistemáticamente descalifica sin un ápice de cordura y solvencia moral. Desde luego, hay excepciones.
Fíjate que el tema político y el religioso ha sido un tópico vedado en mi plática coloquial, y a decir verdad, también lo ha sido en mis tertulias con mis amigos y familiares. Una cosa es cierta, nunca se llega a ningún consenso sobre ningún aspecto en particular y, en el peor de los casos, se fracturan lazos fraternales y todo por una enrevesada hipérbole ideológica que lo único que consigue es una estéril pérdida del tiempo. Asi es: el tiempo, algo tan preciado y sobrevaluado por mi en estos días. Es por ello que no argumentaré en lo absoluto respecto a tu postura política.
Finalmente, te confieso que no me gusta tu tono aleccionador, y no porque no pueda ser un feliz receptor de un consejo o dádiva intelectual de tu parte, sino que lo dices, en efecto, en lenguaje figurado. Mira, y no es presunción, muchos maestros, doctores en filosofía, arquitectos, intelectuales, autodidactas y hasta próceres y connotados estudiosos de varias partes del mundo me han distinguido con el honor de su reconocimiento. Como notarás, me he vuelto harto exigente al momento de reconocer un exhorto legítimo. Espero el tuyo haya sido genuino.
No me confirmaste si mi primo hermano Juan es tu amigo, lo quiero de verdad, con todo y su carácter suis géneris, somos familia y lo aprecio bien (me imagino que es el de quien hablamos)
Pues bien, mañana se levanta el telón y comienza la comedia de nuevo (así decía un sabio tío cuando se salía de su hamaca y levantaba su pabellón, ¡me encanta esa metáfora!) y hay que levantarse temprano.
Saludos.
José Luis Llovera Abreu. M.ARQ. Calle Uruguay # 4 Lomas de las Flores C.P. 24060 Campeche, Campeche MÉXICO
…et Filii…
Miguel Villarino Arnábar
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.