Desde el púlpito matutino de nuestro Amado Líder Obrador, la secretaria del Trabajo denunció a todas las empresas que no respetan la cuarentena, todas menos Elektra, del amigo del Presidente Salinas Pliego.
Coppel, Andrea, Carnival y Bolim son crueles por arriesgar a sus empleados a un contagio en el momento más peligroso de la pandemia; Elektra, nel. Es sospechosa esta obsesión por proteger, incluso defender a Salinas y sus aztecos, y por beneficiarlos.
Hace unos días, el muñeco inflable de Salinas Pliego, Alatorre, tachó de mentiroso a Gatell, una acusación que también se leyó como una invitación a desobedecer los consejos del epidemiólogo a cargo de combatir el Covid. No obstante, AMLO fue tibio con Alatorre: “mi amigo se equivocó”, dijo, y dato curioso: Salinas ganó la licitación para difundir en medios digitales las “Medidas de Prevención y Atención contra el COVID-19”.
Hoy la tonada cambió. AMLO se lanzó contra su aliado de otros tiempos, el semanario Proceso, y lo hizo con la ferocidad que sólo reserva para sus grandes batallas contra un cómico o una timbiricha; la razón fue la portada de esta semana aunque no se sabe a ciencia cierta qué disparó el enojo del rabí de Macuspana: si la imagen del cuerpo lanzado al horno o la nota “Grupo Salinas: indolencias del amigo del Presidente.
A partir de la condena del fraile del totoposte, los troles morenos despedazaron en redes sociales a Proceso, pasquín chayotero neoliberal amarillista. Lo curioso es que hace dos días esos mismos troles convirtieron a esa revista en Tendencia por un artículo del Primer Textoservidor de la 4T, John Ackerman, donde elogiaba el papel de Rocío Nahle en la reunión OPEP+.
Y así con la esquizofrenia sexenal.
Vaya bien.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.