Fui a la cárcel por mal padre, ¿recuerdan? Pues bien, la historia continúa.
En febrero de 2017, la mamá de mi hijo me solicitó me hiciera cargo de él durante el periodo escolar 2017-2018 porque por su empleo en el IEEC, en año electoral, estaría saturada de trabajo. Un mes después, en marzo, inscribí a mi hijo en una escuela en Champotón para que ingresara en agosto.
El 14 de junio de 2017, jugando en la escuela en Campeche, mi niño se quebró el brazo y su mamá me cedió el cuidado durante la convalecencia porque ella no tendría tiempo; ya saben, el trabajo.
Desde mediados de junio hasta el 21 de octubre (salvo un periodo de 10 días, del 26 de julio en que lo llevé a que le quitaran el yeso y lo dejé con su mamá hasta el 5 de agosto que fui a recogerlo), lo tuve conmigo.
El 21 de octubre lo entregué a la mamá porque días antes, el 18, en junta de mejor proveer con la juez del Juzgado Tercero Familiar, mi exesposa aceptó que existía un acuerdo para que el niño estudiara en Champotón un año, acuerdo que tenía semanas negando y volvería a negarlo poco después, cuando interpuso la denuncia en mi contra.
La junta está grabada en video.
La juez familiar me concedió la guardia y custodia provisional por el año escolar y quedó establecido que los fines de semana mi exesposa lo tendría consigo. Así, el sábado 21 de octubre fue por él de acuerdo a lo estipulado y no he vuelto a verlo.
Fui dos meses a la cárcel por cumplir con lo que ella me pidió, por inscribirlo en una escuela privada donde tuvo el mejor promedio de su mini biografía, por llevarlo a hacer deporte y, sobre todo, por oponerme en mis escritos a este régimen de maquetas, mentiras y saqueos.
Salí de la cárcel el 5 de mayo y el 10 de ese mismo mes, en audiencia, la juez ordenó al Ministerio Público que mi exesposa tendría que responder un interrogatorio de mi abogado defensor, en día que la Fiscalía debía establecer. Mi exesposa desafió la orden de la juez Miriam Collí y no se presentó en la fecha que fue citada ni en ninguna otra, ni ella ni sus testigos; la Fiscalía tampoco hizo mucho por cumplir con la instrucción. De algo que sirva el parentesco con Carlos Miguel Aysa.
Hoy, a las 10 de la mañana, voy a una audiencia porque finaliza el periodo complementario de investigación que, como pueden ver, no se realizó. Meses después, tampoco han dictaminado sobre la acumulación de carpetas que solicitamos, carpetas que mañosamente el Ministerio Público separó para pedir la prisión preventiva como medida cautelar en aquella ocasión en que, a vertiginosa velocidad, organizaron la captura, las audiencias y los veredictos. Y tampoco se ha resuelto ninguno de los acuerdos que he ingresado en el Juzgado Familiar donde está sembrado mi caso.
10 meses sin Miguelito y contando.
Veremos qué resuelve la juez. Les mantendré informados.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.