Temo por Alito. La situación anímica en que lo dejó la elección del primero de julio más las perturbaciones mentales que le conocemos y son el disfrute de grandes y chicos lo tienen lacio, y la depresión es mala sonsacadora.
Después del martes frenético en que viajó a Carmen para organizar el plantón de búfalas y petroleros a las puertas del recinto electoral y conversó (por llamarlo de algún modo) con Rocío Abreu para persuadirla de renunciar al senado, regresó a Campeche y se enclaustró.
Sólo salió para asistir a La Pigua (saludos, Francis) a la invocación priista por la salvación de sus almas putrefactas y después para hacerla de edecán del Secretario de Salud, José Narro, en la apertura de cinco hospitales, esos lugares que tragan gente enferma y la vomitan muerta porque no hay medicinas, ni instrumental, ni un caraxo.
También fue a México pero volvió de inmediato. Los conocidos se esconden, nadie quiere dejarse ver con quien en una entrevista acusó a AMLO de matar a su hermanito de nueve años. El Señor Presidente Electo puede tomarlo a mal.
Desde el martes nuestro Supremo Adorado no come, no ríe, no habla, no caga. Las horas se le van observando el techo y regurgitando el “agradecimiento campechano”, ese que sale por la boca pero apretando el ano, cuya invención se le atribuyó en televisión nacional por las maldiciones que profirió contra AMLO y que luego de la elección, en videomensaje difundido por Redes Sociales, se convirtieron en una laaaarga lamida de sabañones.
Antes de grabar el mensaje donde soba la genitalia del Peje, Alito tuvo una crisis. Golpeó paredes, rompió cristales, pateó teléfonos y despedazó a Tito Castillo. Tuvieron que aplicarle dos intravenosas para calmarlo y así, confortablemente aturdido, ofreció todos sus respetos a AMLO y extendió la invitación para trabajar juntos por el progreso de las fuentes danzarinas y más y mejores maquetas porque los segundos pisos lo merecen. Lloré.
De cuando en cuando, escurrido en su alcoba, Alito piensa en los expedientes de periodistas, opositores y empresarios que irían a la cárcel apenas arrasara el PRI y ahora son un estorbo en el escritorio de Aysa. Piensa también en los amigos a los que regaló motos, carros, créditos y ahora se burlan de él, el puro de Campeche que no echa humo sino leche, juar juar juar. Tal vez si les obsequia más Harley´s aprendan a quererlo.
Temo por la vida de Alito. Ojalá reaccione. Quiera diosito que alguien misericordioso le recuerde que la vida otorga siempre nuevas oportunidades de fracasar. Te queremos vivito y coleando, Supremo Sociópata, con tus suburbans blindadas repletas de guaruras, tus helicópteros, tus extravagancias de jodido venido a más, para estimularnos la aversión. Te queremos aquí los siguientes tres años porque el primero de julio fue apenas el primer adelanto de lo que debes, falta el segundo pago, el de 2021, para que los campechanos terminemos de ajustar cuentas con tu monumental estupidez.
Concretado lo anterior, Amado Líder, podrás treparte a bordo de tu teleférico imaginario y fly away.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.