Lo que me saco por andar de metiche. Les cuento: la semana pasada publiqué que al anuncio de la cercanísima industrialización hecho por don Jorge Carlos Hurtado en esa fiesta suya, de él y para él llamada IV Informe, le estaba pasando lo que a los ductos de Pémex en manos del EPR.
Por principio de cuentas, de Bering Corporation de México, empresa que supuestamente realiza el ensamble y comercialización de Daewo, Kia, Hyundai y Samsung e invertiría mil 850 millones de dólares en el megacomplejo industrial del Camino Real, no hay ningún rastro en Internet, lo que equivale a no existir. Si hasta en Champotón tenemos una ciberpágina para demostrar cuánto nos odiamos, con más razón debía tenerla la corporación que llevará a Campeche de la alquimia al microchip.
Por si fuera poco, resulta que el presidente de Bering, Julio Cesar Berthely, el mismo que fue ovacionado por funcionarios y demás depredadores del erario invitados a la fiesta de don Jorge Carlos, anda metido en líos que ponen en duda su solvencia moral y económica.
Pues bien, nomás fue publicado mi artículo y en el Cuarto Piso fui acusado de títere, americanista y hasta de siniestro emisario de algún grupo perverso cuyo nombre no me fue revelado, quizá la petrocracia texana, el sionismo internacional o el club swinger de Lomas de Tecamachalco, que intenta desequilibrar Campeche, interrumpir su vertiginoso desarrollo y desaparecer para siempre la compleja coreografía del Pichito Amoroso.
Eso sí, después de los denuestos en mi contra, los habitantes de ese piso exigieron a la Coordinación de Asesores, dependencia a cargo del nunca suficientemente alabado Coquín Lavalle, una indagación sobre Bering y su presidente.
Confieso que no soy títere de nadie y lo lamento porque mis oportunidades de ser gobernador se reducen drásticamente; que sí pertenezco a un grupo llamado Movimiento Separatista Champotonero (Mosech), presidido por el Comandante Filemón y cuyos milicianos nos dedicamos, fundamentalmente, a tomar cantidades oceánicas de aguardiente mientras diseñamos estrategias para que Champotón ocupe un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU; y que la encomienda dada a ese encanto de persona que es don Coquín no hace sino revelar la vocación que tanto nos critican los yucatecos: la de hacer las cosas al revés. Se indaga antes de anunciar cualquier asunto, no después. Si así lo hubiesen hecho en, por poner un ejemplo, el periódico Reforma, se habrían encontrado con lo siguiente:
Que casi cuatro meses antes del informe de don Jorge Carlos Hurtado, el 16 de abril, Alberto Aguilar publicó en su columna “Nombres, nombres… y nombres” la oferta de compra de Líneas Aéreas Azteca por Pablo González Ulloa, Julio César Berthely Noguera y Marcelo Manfredi, a quienes definió como “de poca exposición en el ámbito empresarial y nulo vínculo con el sector.” Y de ahí hubiesen extraído al menos una preguntita: ¿poca exposición en el ámbito empresarial el presidente de Bering Corporation y asociado de Hyundai, una de las empresas líderes a nivel mundial?
Que el 24 de abril, Darío Celis escribió en su columna “Tiempo de Negocios”: “Las señales indican que la terna Pablo González Ulloa, Julio César Berthely y Marcelo Manfredi no tiene los recursos económicos para capitalizar a Aerolíneas Azteca y de un momento a otro quedaría sin efecto el acuerdo al que llegaron hace unos días con Leonardo Sánchez Avalos. Y es que aparentemente estos empresarios ligados a la agroindustria confiaban en que amarrarían a un socio financiero, lo que no sucedió.”
Ojo: ¿así que empresarios ligados a la agroindustria y de encima pobretones, sin perro que les ladre y mucho menos se asocie con ellos? ¡Ajá!
Que el 30 de mayo, Darío Celis volvió a la carga y advirtió que “Leonardo Sánchez Avalos se apresta a demandar a Pablo González Ulloa, Julio Berthely y Guillermo Manfredi. Y es que ya se cumplieron los 30 días para que los empresarios pagaran al dueño de Aerolíneas Azteca y es fecha en que aquél no ve claro.” Tres días después, Alberto Aguilar subrayó lo mismo.
Que el 25 de julio, la nota “Acumula litigios aerolínea” firmada por Víctor Fuentes confirmó la calidad de rascuaches y malapagas de Berthely y acompañantes:
“Otra demanda novedosa fue presentada por el ex dueño de la aerolínea el pasado 13 de junio. El reclamo mercantil es contra Marcelo Manfredi, Pablo González y Julio César Berthely, quienes según Leonardo Sánchez Ávalos, ex propietario de Azteca, no ha recibido ni un centavo por la compraventa.”
Todo esto antes del maravilloso 7 de agosto, día en que don Jorge Carlos Hurtado nos musitó al oído palabras de industrialización. Después, las cosas se han ido con rumbo al desmadre. Lo último sobre Berthely y socios vio la luz el pasado 11 de septiembre en la columna “Gente detrás del dinero”, de Mauricio Flores, publicada por Milenio Diario:
“Ni las refacciones perdonaron. Los que ya se acabaron las refacciones fueron Julio Berthely, Marcelo Manfredi y Pablo González Ulloa, por lo que aún así hoy demostrarán que tienen solvencia financiera para poner a volar a Líneas Aéreas Azteca, aunque no tendrían manera de acreditar ante Gilberto López Meyer, director de Aeronáutica Civil, que tienen las piezas para el mantenimiento… que vendieron en Tucson para tener liquidez para el pago de algunos salarios.” ¿Vender refacciones para pagar algunos salarios? Otra vez: ¡Ajá!
Con estos antecedentes, no es un atrevimiento suponer que el anuncio del gober fue, por decir lo menos, una temeridad; que tal vez le dieron a
bundantes dosis de atole con un dedo mecánico marca Hyundai; que el sueño de la industrialización campechana puede acabar en nada más que un triste fuego de artificio… o probablemente no. Hay otros datos sobre Berthely que demuestran que quizá, por meritita obra del Señor de San Román que anda es sus días, los del Camino Real se salvaron de una explotación inmunda al estilo de las maquiladoras que nos legó la Nueva Grandeza de Antonio González Curi. Pero eso se los contaré en otra entrega,
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.