Ayer, la camarada en jefe del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, anunció una vacuna mexicana contra la covid y dijo: “Estos desarrollos propios son la base para poder recuperar la soberanía en este aspecto tan estratégico que es la producción de vacunales”.
Para ser sinceros sólo escuché hasta donde dijo soberanía y se acabó: me puse de pie para cantar el himno nacional con la mano derecha sobre el pecho y la palma hacia abajo a la altura del corazón, pensando en un cinco de mayo en Puebla y en el gol del Chucky Lozano contra Alemania, y con los ojos arrasados por las lágrimas repartí guirnaldas de oliva y sepulcros de honor.
Luego vino el desencanto. La vacuna presumida como propia, nuestra de nosotros, por la camarada Buylla en realidad fue desarrollada en la escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai, que no queda en Tepeltongo El Ancho sino en Nueva York, Estados Unidos. Sólo la producción es made in México y está a cargo de Laboratorio Avi-Mex S.A. de C.V, firma especializada en veterinaria.
Sí, yo sentí lo mismo: que se marchitaron las guirnaldas de oliva y también el honor en los sepulcros de la virología nacional. ¿Para qué mentir, miss Bullya? Supongo que para acariciarle el oído a AMLO y su amor desaforado por falacias como la soberanía.
Ahora bien, lo que no puedo negar es el acierto de AMLO al bautizar la vacuna como “Patria”, porque un producto pensado por los gringos y aplicado por veterinarios no sólo es un medicamento, es un resumen histórico de nuestro México lindo y perdido.
Besitos soberanos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.