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Cálculos satánicos


Nadie puede adoptar la política como profesión y seguir siendo honrado. 
Louis McHenry Howe.


Cuenta el periódico que según el mito popular es gratuito, que fue la loca aspiración de Enrique Iván González de ser gobernador la que lo llevó a invertir dinero de la comuna carmelita en la Stella Maris y a presentarse, en su calidad de alcalde, como orador oficial en la develación del monolito, dos categóricas patadas al estado laico.  

Estoy de acuerdo en lo esencial con el periódico que sale muy caro al erario: Satanás (Enrique Iván sólo le dicen sus allegados) agarró por su cuenta el laicismo y lo dejó como niño del albergue de Mamá Rosa, pero no coincido con la causa porque Satanás no tiene un pelo de raeguetonero y sabe que no tiene oportunidad de alcanzar la Primera Guayabera de Campeche. 

La razón de Satanás, creo yo, es mucho más triste que lo publicado por el periódico solidario: el desafío a la investidura y al estado de derecho en el caso Stella Maris es su aceptación de que, a casi dos años de haber tomado protesta como alcalde, su gobierno es ya un rotundo e irrefutable fracaso.

El Carmen que ahora conocemos, que carece de agua potable, que en buena parte permanece en penumbras, que sufre de varicela vial, que ha sido endeudado por varias generaciones, es reflejo de la negligencia y corrupción acumuladas desde hace muchos trienios y cuya responsabilidad es compartida por priistas y blanquiazules. Ese fue el regalo que Satanás recibió de parte del gobernador Fernando Ortega en agradecimiento por haber boicoteado al panismo en el 2009. Como si se tratara de justicia literaria, el regalo estuvo a la altura de la traición.

A los problemas del municipio, Satanás sumó sus propias tragedias, mismas que ya había mostrado en su paso por la Secretaría de Salud, a la que dejó moribunda, y que son las que bien conocen los carmelitas: ineptitud y corrupción.

Consciente de que le quedó grande el cargo (y pequeño el erario), Satanás necesitaba alguna medida desesperada para salvar lo que pudiera de su imagen pública, y encontró esa ruta de escape en la caída de Oceanografía y la promesa inconclusa de financiar la Stella Maris. Por eso desvió dinero hacia esa obra sin importarle cometer un delito porque, a fin de cuentas, lucrar con la fe siempre es beneficioso en términos de popularidad: en este país mágico feligreses hay muchos, ciudadanos muy pocos.

Además, el conoce bien a la inofensiva y surrealista justicia mexicana, tanto que, estando inhabilitado por la Federación, logró la alcaldía de Carmen cobijado por el gobierno estatal.  

Y tenemos que aceptar que el cálculo satánico no es del todo equívoco: 70 millones de pesos podrían haber sido usados para rehabilitar los servicios públicos, pero en Carmen es tal la magnitud de la desgracia que apenas se notaría la inversión. Hubiera sido como tirar un bache en el malecón de la Caleta. Era mejor recurrir a la sensiblería religiosa. 

En suma, dentro de un año y meses Satanás terminará su gobierno y dejará tras de sí una estela de destrucción directamente proporcional a su inoperancia y al monto de su riqueza. Pero desde la profundidad de un bache, al momento de abrir la llave del agua o en la oscuridad de su calle, alguien lo recordará como el alcalde que trajo a la virgencita en el año en que no era penal.   

Besitos. 

Tantán.

@Bestiometro

Al terminar este artículo me entero de uno de los primeros milagros de la Stella Maris: la CFE cortó la luz del Servicio Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Carmen por una deuda de dos millones de pesos. “No hay dinero para pagar”, dijeron en el Ayuntamiento. 60 mil damnificados. El problema es que las finanzas son agnósticas.   

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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.

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