El congreso local aprobó un presupuesto para 2017 de 19 mil millones de pesos pero Alito gastó más de 22 mil millones.
3 mil 500 millones sobre lo aprobado.
En 2017 a Educación le quitaron 413 millones de pesos y a Infraestructura Educativa, 346 millones de pesos. Ahora sabemos por qué: el gasto programado de Comunicación Social era de 162 millones, pero lo incrementaron groseramente y al final se tiraron en la cloaca mediática 628 millones de pesos, 8 veces más que lo presupuestado a Turismo y 11 veces más que lo entregado a Desarrollo Económico.
En 2017, el Instituto Campechano recibió 127 millones de pesos, pero la Oficina del Gobernador, a cargo de Claudio Cetina, dilapidó 5 veces más recursos: 527 millones.
Sólo que en el IC estudian 2 mil 400 alumnos y trabajan cientos de docentes y administrativos, mientras que en la oficina de Claudio sólo hubo un chip.
Además, cargamos ya una deuda de mil 606 millones de pesos a pagar en 20 años.
Las prioridades de Alito son criminales y ruinosas.
PRIvilegia su imagen antes que las actividades productivas que pueden rescatarnos de la quiebra, la precampaña de Claudio antes que la Educación, y las fuentes y teleféricos y motos y aviones antes que la austeridad que impone la triste situación de Campeche, entidad instalada en los últimos lugares en todas las mediciones posibles.
Besitos.
Tantán.
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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
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