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Crónicas Carcelarias. La Tortura.

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Estoy en la cárcel porque en Campeche criticar al gobernador Alejandro Moreno, un faraón de cumbia y guarache, es un delito de lesa majestad.

Para traerme aquí, Caligula Moreno envió tres camionetas y catorce elementos de la fiscalía, como si yo fuera el sujeto de alta peligrosidad y no él (conmigo sólo estaban mi mujer y mi hijo de tres años); ordenó que me imputaran dos cargos de índole familiar: pago de manutención y sustracción de menores, extraídos de una demanda atiborrada de mentiras e inexactitudes y refutada por un dictamen de la juez del juzgado tercero de lo familiar, que el 18 de octubre me entregó la guardia y custodia de mi hijo.

Y para no dejar duda de su entusiasta participación en esta infamia, Alito Moreno puso a los medios a ejecutar esa coreografía de nado sincronizado que hace un año lo postulaba como el candidato presidencial del PRI, luego como dirigente nacional de ese partido, hace un mes como un gobernador bien evaluado por la población de este rancho cuando siete de cada diez campechanos lo reprueban y seis de cada diez lo detestan (según encuesta de SDP); y que en mi caso repitió hasta el vómito que se trataba de un asunto familiar en el que Alito no tenía nada que ver, como si la Fiscalía y el Poder Judicial fueran independientes, soberanos y ajenos a los impulsos represores de nuestro Supremo Engendro.

1,290 millones de pesos, dinero que tanto necesita Campeche, han sido derrochados en ese periodismo a modo, sumisos y rastrero, pero terapéutico para la maltrecha autoestima de Moreno Cárdenas. Es automático: cuando Alito, como la bruja malvada de Blancanieves, pregunta quién es el más bonito, las primeras planas y el ejercito de textoservidores se apresuran a responderle: “Tú, muñequito de sololoy”.

Y las canalladas siguen:

Que me suicidé, que no me van a matar ahora sino en Semana Santa cuando todos anden de vacaciones, que se le van a adelantar a Alito y el que me va a mandar a asesinar será otro resentido con mis textos (para que sea él quien cargue con la culpa pero el periodista muera de todas formas), que me van a sembrar algo en mi celda para enviarme a un hueco inmundo y que de ahí no salga, que me corte y simule una súbita locura para que me escape de aquí y por supuesto, el régimen me señale para demostrar que si alguien critica el gobierno de Moreno Cárdenas es porque está loco.

Con mensajes y propuestas como éstas han torturado a Mily, mi mujer, desde mi arresto. No les bastó haber armado ese montaje burdo para usar el amor a mi hijo como pretexto para imputarme, sino que ahora agreden a mi familia, la atormentan, estrategia que prueba la crueldad, la vileza y la cobardía de este gobierno.

Pueden archivar sus mensajes anónimos, sus troles y sus amenazas con ropajes de consejo. Por mi parte, asimilo la penitencia que no merezco, pero que era inevitable dedicándome a lo que me dedico. Éste marzo cumplo 20 años de denunciar las tropelías de los gobernadores que han devastado mi entidad, y arribar a la cárcel es la prueba de que no he faltado a mi oficio. Tampoco he faltado a mi deber como padre y una revisión al propio expediente de la fiscalía lo confirma. Y por último, desde que me negué a aceptar dinero por mi silencio y poco después respondí a sus amenazas de secuestrar a mis hijos con otro desafío, le advertí a Mily lo que venía. Y se cumplió. Pero ella supo desde siempre que en mi lotería había que apostarle a algo como esto, y no obstante prefirió mis denuncias a la muerte civil de la quincena, el chayo y los lengüetazos al poder a cambio de las palmaditas que merece un buen perro.

Aquí seguiré.
Besitos desde San Francisco (Kobén, no California).
Tantán.
#BestiometroNoSeCalla

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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.

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