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Diputados de AMLO, empleados de Alito

Qué AMLO está en Campeche. Me cuadra. Acabo de ver un video donde el cabecita de algodón, escoltado por Alejandro Moreno Cárdenas, camina entre la gente, que le entrega sobres y hojas, lo toca, lo bendice y uno hasta le solicita a gritos que eduque a Alito, pero AMLO hizo como que le hablaba la eliminación del IEPS y el goberladrón quiso fruncir el ceño pero no pudo porque el botox le deja la piel como tablaroca.

Ya que AMLO anda por aquí, aprovecho para contarle las trapacerías de sus diputados locales, que mi pecho no es bodega. Casi todos ellos eran perfectos desconocidos antes del primero de julio y si ganaron fue gracias al voto en cascada que él pidió. Oh, ingratitud, hoy esos diputados, gracias a Aníbal Ostoa, están a disposición del goberladrón campechano.

Para ejemplificar lo anterior no voy a reincidir aquí en la elección de la Mesa Directiva del congreso o en la conformación de las Comisiones, porque de eso puede darle detalles más certeros Katia Meave, que en aquel entonces habló con los diputados para convencerlos de comportarse como oposición responsable pero fue desautorizada por Aníbal, el tipo acostumbrado a prostituirlo todo. Voy a referirme sólo a la triste situación del sector Salud.

En noviembre pasado, cuando las quejas por el naufragio total del sistema de Salud estatal eran avasalladoras, los morenos pudieron unirse a los diputados del PAN para requerir la comparecencia del secretario de Salud estatal y exigir cuentas por el desabasto de medicinas, la falta de personal, la ruina de ese sector tras el saqueo sistemático de Moreno Cárdenas, el desvío de dinero federal comprobado por la ASF y otras tragedias. Pero argumentando cuestiones ideológicas y el tránsito de Acuario por la casa de Capricornio, se negaron a respaldar el clamor popular y en cambio se acomodaron a una supervisión a modo del hospital María del Socorro Quiroga de Ciudad del Carmen, un engaño anunciado.

Para aquella supervisión hicieron lo mismo que en la película Calzonzin, lo mismo que en la visita de AMLO al Estado de México, es decir, el gobierno local montó una escenografía ridícula de tan obvia: pintaron de prisa las paredes y los techos sin poder ocultar las manchas de humedad de las incontables goteras que hay, incluso, en la unidad de terapia intensiva; alquilaron equipos de rayos x y de ultrasonido, cambiaron las sábanas, los pasillos por primera vez estuvieron libres de los trapeadores y cubetas habituales, las herramientas para secar los charcos que provocan las lluvias o el clima cuando lo encienden, etcétera.

Por supuesto, de pronto aparecieron las medicinas, hubo análisis clínicos y el personal cobró una de tantas quincenas atrasadas.
Ah, pero apenas se fueron los diputados la escenografía fue destruida. Se llevaron el aparato de rayos x, después el de ultrasonido, ya no hay tomografías ni siquiera subrogadas, no funciona el laboratorio y tampoco el banco de sangre por falta de reactivos, no hay normogoteros ni guantes ni tapabocas.

El sistema de Salud estatal representa el sufrimiento y la muerte de muchos para el beneficio de unos cuántos, y los diputados de Morena eligieron seguir infringiendo dolor y llanto al pueblo bueno para favorecer a las cuentas bancarias de los fifís encabezados por el mandatario de las Suburbans blindadas, la maquetas y los delirios inducidos por el bicarbonato colombiano.

Y además de los problemas institucionales en Salud, los diputados también aprobaron el presupuesto disparatado que envió el gobierno del Estado al legislativo y que, otra vez, reduce el gasto en áreas prioritarias, como Educación y Salud, y lo incrementa en Comunicación Social y en la Oficina del Gobernador.

Ayer apareció Alejandro Moreno Cárdenas en el programa de Beteta, parte del paseo mediático en su campaña por la dirigencia nacional del PRI; esa entrevista debe habernos costado varios millones de pesos y se pagó con el dinero destinado a publicidad oficial en el presupuesto avalado por la bancada Morena, la de la austeridad republicana, el gasto responsable y el “primero los pobres” (pobres que están muriendo en las cínicas locales). Parece que la 4T no tiene ninguna importancia aquí, donde sus congresistas viven felices en la tercera putrefacción que creímos dejar atrás el primero de julio votando por López Obrador y por ellos.

Si alguien en Candelaria o Escárcega habla con el presidente, díganle que visite un hospital, cualquiera, de Campeche, para que aprenda qué se siente amar a Dios y a la Regeneración Nacional en la tierra de Moreno Cárdenas, Aníbal y la bancada legislativa del cambio verdadero. Todo esto dicho aunque no le cuadre, presidente.

Besitos.

Tantán.

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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.

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