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¿Dónde meterse el chip? Part one.

 
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Hace mucho mucho tiempo, es decir, una semana antes de pibipollos, circuló un video llamado Cámbiale el chip al gobierno que se convirtió en una epidemia más devastadora que la conjuntivitis que nunca existió, según nuestro Supremo Idiota. No es exagerado decir que el 99 por ciento de los campenautas en Facebook lo vieron, gustaron y compartieron. Una locura.
El video es respuesta a la campaña Cámbiale el chip a Campeche de Claudio Cetina, el Jefe de la Oficina de Alito, en la que nos ilustra sobre el cambio de actitud que debemos asumir para transformar la entidad. Es un revire bien hecho, pero que no maneja información novedosa: lo que ahí dicen es lo que todos murmuran por lo bajo en este pueblo de ánimas asustadizas. Peor aún, son las historias recicladas de cada sexenio sin una coma o un punto de más. ¿Dónde, entonces, radica el aplastante éxito de ese video?
Empecemos por donde se debe: por Claudio y ese amontonamiento de contradicciones e incoherencias: su “operación chip”.
Al tiempo que anuncia la nueva etapa que, se supone, clausurará para siempre el Campeche del “ahí se va” y la chambonería, la campaña de Claudio padece de todas las taras que dice combatir y que nos han hecho el grano del koolo del mundo. Un ejemplo: en el video del C5 fueron incapaces de escribirle un guión más o menos consistente a Ifigenia y ésta se extravió en un pantano monosilábico del que ni Claudio ni la edición ni una misericordiosa repetición de tomas pudieron rescatarla. Otro ejemplo: en la visita a Desarrollo Económico la contadora Laura profiere cualquier cantidad de despropósitos; habla, incluso, de la generación de empleos cuando Campeche es una de las tres entidades con mayor desempleo del país desde que Purux despachaba en el Cuarto Piso y Alito se burlaba del “gordo pendejo”.
La campaña también tiene su dosis de magia, suspenso y Disney. Video tras video atestiguamos la pasmosa transformación de Claudio en Elsa, personaje de Frozen, pero en versión drag queen. Por momentos el muchacho parece un depósito de nitroglicerina encerrado en un closet a punto de ser sacudido por un trascabo. De nuevo, las taras ancestrales devoran el chip y cuando lo conducente era contratar un maquillista experto que plasmara en Claudio el look Kardashian de pómulos altos y boca lactante, lo dejaron a merced de algún dependiente de Comex. ¡Libre soy!
Y por último, la campaña es insultante por venir de quien viene, por lo que representa y por los tiempos que corren. Claudio, Chanona, el escuadrón geriátrico encabezado por Aysa y comandado desde las alturas por Jorge Carlos Hurtado, pertenecen a la casta que se enriqueció a costa del erario, que se apoderó de todas las tierras y rellenó todos los mares, que con su negligencia edificó cada centímetro de este burocratismo asfixiante y corrupto que se ha pasado la entidad por el tracto digestivo, que despliega su soberbia y sus suburbans entre la miseria y el atraso que ha fabricado y que, sin noción de límites ni de decencia, sigue empeñada en exprimir a la inerte vaca campechana.
Y esa casta, no conforme con ese rosario de hazañas, insinúa hoy a través de Claudio que los responsables del batidero somos nosotros, los de a pie, porque portamos en la mollera tablillas de barro cuando las calamidades campechanas sólo pueden revertirse con chips de última generación que, por supuesto, son exclusivos de Cetina y demás acólitos de Moreno Cárdenas.
Fallida e indignante la campaña. Frívola y ridícula. Un atrevimiento que, por suerte, tuvo una respuesta categórica en el video del Movimiento Juvenil Cero Tolerancia a la Corrupción del que hablé al inicio, respuesta que provocó una revuelta de compartidos y likes que dice mucho del mal humor social que existe en Campeche, enojo alimentado por las maquetas, los delirios, los abusos y engaños de la camarilla en el poder y de su líder Moreno Cárdenas que, a dos años de su arribo al gobierno, debe tener claro que fue un magnífico borracho, pero es un cantinero infame.
A eso me referiré en la segunda parte. Nos vemos el martes.
Besitos.
Tantán.

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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.

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