¿Se fijaron? Alito se fue durante tres semanas al DF a perseguir su pesadilla de dirigir al PRI y su ausencia no se sintió. Campeche siguió viajando a la misma velocidad por la autopista de la desgracia rumbo a la desaparición.
La razón es que él no gobierna, nunca lo ha hecho, no sabe qué hacer. Sus deficiencias educativas lo colocan en estado de indefensión ante los mil y un vericuetos de la administración pública.
Que otros realicen los diagnósticos de los problemas campechanos e imaginen soluciones, se enreden con ramos y programas, con organigramas y metodologías. Lo de Alito son los alucines monumentales, el selfie, el trato de carnalito de barrio, la facilidad para imaginar novedosas formas de vaciar el erario y el discurso repetitivo, maniqueo, en el que sólo existen amigos y enemigos, y por extensión, los traidores y los que sí quieren a Campeche (y Campeche es Alito). Discurso que es reflejo de un tipo que creció entre la mala vida de la calle, la pandilla y los pleitos salvajes en cada fiesta de quince años, pero que también es parte de las estrategias políticas que enseñan los mercachifles del marketing.
Un círculo vicioso: un maleante metido en la política y entrenado por mercenarios para convertir una actividad pública, que debería aspirar a cierta altura, cierta sabiduría, cierta sensatez, en un callejón oscuro idóneo para puñaladas traperas.
Alito se fue y como si hubiera estado. Antes de huir, entregó poderes ilimitados a su secretario de Gobierno, olvidándose de las burlas que hizo a Fernando Ortega y su dependencia enfermiza de Roberto Sarmiento. Ese relevo de estafeta fue una simulación porque es un secreto a gritos que quien manda es Carlos Miguel Aysa.
Yep. Es el viejito que nunca será alcalde de Palizada el que sostiene con vida artificial al organismo estatal enfermo de burocratitis y corrupción, y son legendarias las faenas que tiene que improvisar para impedir que la ignorancia y los desquiciamientos de Moreno Cárdenas destrocen lo que queda en pie. Oh, caraxo: nos gobierna Carlos Miguel Aysa, bautizado en su pueblo y conocido en el mundo como “El Loco”.
La conclusión es obvia: con su ausencia Alito demostró que es tan útil como una lección de trigonometría en un quirófano, que es absolutamente prescindible, porque Campeche puede ser gobernado sin problema alguno y con los mismos resultados por él o por cualquier otro perturbado mental.
La culpa ya no es de Renato, es de Rita.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.