Ustedes me pasaran a disculpar pero algo no cuadra aquí. Veamos. Todos los días, desde que Dios amanece, Elíseo postea mil veces sus imágenes con el sobaco sudado, el pantalón mugriento, el pico y la pala, el volquete y el envase de dos litros de CocaCola que se empina con singular frenesí ante las miradas felices de los buenos y sabios habitantes de la comarca, que saben que la honestidad y la humildad son reales cuando el político comparte con ellos un buche de azúcar, saliva y residuos de comida.
En cambio, mi alcalde Daniel León desapareció desde que tomó protesta y de no ser por los eventos que organiza su esposa Eréndira en el DIF no se sabría nada del H. Ayuntamiento de Champotón.
Y sin embargo, el crecimiento demográfico de los baches en mi pueblo y en la capital es como de viñedo francés: abundante y por racimos. Explíquenme lo siguiente: ¿por qué si uno es una cigarra y el otro una hormiga con pechos de silicón sus resultados son similares?
O Daniel le acomoda pico, pala y volquete a Eréndira para que tape baches como Elíseo, o Elíseo es como Daniel pero con la ventaja de conocer los secretos de la simulación, la utilidad de una buena escenografía y su uso en las redes sociales donde todos pueden ver lo que aparentas, pero pocos lo que realmente eres.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.