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IronMan: la codicia en tiempos de pandemia

La iglesia anunció que la ostia ya no será servida en las boquitas de los feligreses. Es una medida preventiva que me despedaza. En la ceremonia católica la ostia es el cuerpo de Cristo, y si sus propios representantes reconocen que el Salvador puede enfermarse, entonces toda prevención es tan útil como proponer un punto de acuerdo en una asamblea del Morena.

Si miro un poco afuera me detengo: la NBA canceló toda la temporada por el Coronavirus; la liga española de fútbol celebrará partidos a puerta cerrada, la MLS no verá acción por 30 días; James Bond ha sobrevivido a todo, pero aplazó el estreno de su nueva película hasta noviembre; el festival South by Southwest no se efectuará, ni el Conchella ni el Ultra Music. K-Pop detuvo su gira por Asia, Maluma le sacó a Milán, la filmación de Misión Imposible VII en Venecia se pospuso indefinidamente, y ya que andamos en Italia les comento que en ese país todas las competiciones fueron postergadas hasta abril y las fronteras cerradas: nadie sale, nadie entra.

Alejandro Saenz no cantará en Colombia, donde tenía firmados tres conciertos, y sé que el arte agradecerá ese favor al virus; el emperador japonés se quedará sin los festejos por su cumpleaños, tampoco habrá maratón en Tokio ni Gran Premio en Shangai. Disney cerró. Trump esterilizó el espacio aéreo del imperio, Colorado interrumpió el ciclo escolar.

La iglesia anunció que la ostia ya no será servida en las boquitas de los feligreses. Es una medida preventiva que me despedaza. En la ceremonia católica la ostia es el cuerpo de Cristo, y si sus propios representantes reconocen que el Salvador puede enfermarse, entonces toda prevención es tan útil como proponer un punto de acuerdo en una asamblea del Morena. Y eso no es todo, me entero de que no sólo se enferman los dioses, hasta Tom Hanks y esposa se intoxicaron de COVID-19, lo mismo que Sofía, esposa del primer ministro canadiense Justin Trudeau. En ese primer mundo tan lejos de las supersticiones el bicho maligno que vino de Asia también está imparable.

El mundo ha quedado estático.

Pero la competición IronMan 70.3 en Campeche no se suspende, faltaba más. El gobernador Aysa, cuya edad lo pone en el segmento de alto riesgo ante la pandemia, decidió continuar con ese disparate a pesar de las advertencias de su gabinete y de la protesta ciudadana. Como única medida de contención enviaron a unas personas al aeropuerto a entregar folletos con consejos fallidos para evitar la propagación y con botes de gel antibacterial para bañar las manos de los recién llegados, a pesar de que el gel es completamente ineficaz, lo mismo que el alcohol. La única sustancia que aniquila es el jabón.

Insistir en celebrar el IronMan ha sido decisión del mismo gobierno que, a partir del saqueo, acabó en tiempo record con el sistema de Salud local. Centenas de millones de pesos desviados en el Seguro Popular, entregados en licitaciones amañadas de medicamentos, en moches voraces por la reconstrucción de las oficinas de Salubridad o de hospitales que no obstante siguieron cayéndose, o simplemente desaparecidos sin dejar rastro, en tanto el personal médico y de enfermería pasaba meses sin cobrar, el desabasto de medicinas era total lo mismo que el sufrimiento de los pacientes que no podían ser atendidos, el calor metalúrgico por falta de aire acondicionado era habitual y las muertes atribuibles sólo a la rapiña gubernamental se contaban por decenas.

Con la misma responsabilidad con la que antes condujeron el tema de Salud, y en sentido contrario a lo que se está haciendo en el resto del mundo, el residuo decrépito que nos legó Alito Moreno se empecinó en darnos IronMan. Si bien nada nos salvará de la pandemia, cancelar el evento hubiera retrasado la crisis dos o tres semanas, poco tiempo, pero tiempo a fin de cuentas para preparar lo que queda de los hospitales para la contingencia.

Pero hay mucho dinero de por medio: el que llegará por el patrocinio del evento y el que caerá cuando se declare la emergencia sanitaria, así que adelante, bienvenidos todos, que se extienda la enfermedad con la misma urgencia con la que destrozaron al sector Salud, que hay dividendos por cobrar en este buen negocio de fin de sexenio.

Besitos.

Tantán.

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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.

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