El día de ayer AMLO publicó un tuit en el que revela que el Tribunal Electoral le exigió etcétera (pueden leer el drama completo en la imagen que presento). Además de la mordedura de ovario heteropatriarcal que, supongo, le costó a Obrador plegarse a la decisión del Tribunal, me intrigó la mención a “la pobre Jessi” que iría a la cárcel si nuestro amado líder no publicaba la sentencia contra sí mismo por volarse la normatividad electoral.
Lo confieso: Jessi me llevó a la desesperación. No saber quién era, por qué la mencionaba el fraile del totopo, a qué venía la amenaza de cárcel, me puso tan ansioso que incluso rogué que llegara la hora del partido México vs. El Salvador para que el concierto de pelotazos infames me remojara en ese sueño espeso que devuelve la calma y alienta el olvido. Por suerte las redes sociales hicieron su chamba y pronto supe.
Jessi se llama Martha Jessica Ramírez González y es Directora General de Comunicación Digital del Presidente, cargo que ocupa en la Coordinación General de Comunicación Social y Vocería del Gobierno cuyo titular es otro Ramírez, Jesús.
Ramírez y Ramírez. No tardan los fifis derechosos en comentar alguna barrabasada contra nuestra querida 4T acusándola de promotora del nepotismo, pensé.
Oh, sí: el nepotismo, una de las formas de la putrefacción institucional que el prian practicó magistralmente, pensé después de haber pensado lo anterior.
Esperemos que no sea el caso, pensé por último, pero si de casualidad el tamal no es de chipilin sino de zacate Johnson, los Ramírez son parientes y su relación de trabajo constituye un delito, cuidadito con hacer comparaciones absurdas, conservadores, que como bien sabemos hay de corruptos a “corructos”. Recuerden que este gobierno no es lo mismo que los anteriores y la corrupción en la que pueda incurrir es siempre honesta y con la mejores intenciones… y por si no lo saben: el PRI robó más.
Y por cierto, ¿dónde estaban ustedes cuando Noe favoreció a su familia con boletos para treparse al arca? Cínicos.
Regresemos a Jessi, la pobre.
Entre la información que se desató después del tuit de AMLO, supimos que Jessi se embolsa más de cien mil pesos mensuales.
Para ser exactos, 142 mil pesos mensuales menos impuestos.
La cantidad puede parecer excesiva para quienes vivimos con un par de zapatos y comemos frijolitos como indica el rabí olmeca, cierto, pero es urgente aclarar que Jessi no se embolsa esa lana por el detestable afán neoliberal de acumular riqueza, eso jamás; se los embolsa con mucho sufrimiento pero callando su dolor porque sabe que agenciarse esa suma sin cometer pecados burgueses como adquirir mansión en Houston es su aportación a la lucha de AMLO por la cuarta transformación del país, por la revolución de las conciencias que nos conducirá a ese momento glorioso en que los funcionarios conjugarán corrupción, honestidad y recato sin las jactancias prianistas, y además podrán cobrar, como Jessi, cantidades abundantes de dinero sin extraviar la pureza revolucionaria y las virtudes celestiales del pueblo bueno y sabio.
Lo ha dicho mil veces AMLO: no somos iguales. Si alguien opina lo contrario es porque extraña esos salarios fifis de más de cien mil pesos al mes, salarios de ricos en país de pobres, pero esos privilegiados ya no retornarán.
Besitos.
Tantán.
