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La razón de mi ausencia

El 13 de junio Alito Moreno se fue. El saqueo que protagonizó dejó un rastro de maquetas, mentiras monumentales y obras frágiles e inútiles, y a un buitre lunático como sustituto. Un día después, el 14 de junio, empezó la fiesta: alguna granja de troles reportó durante los siguientes tres días casi 40 publicaciones mías en Facebook y, al mismo tiempo, mi esposa recibió más de 20 notificaciones de Google: alguien estaba intentando ingresar en su cuenta de correo electrónico. El resultado fue que me desterraron 72 horas del paraíso virtual de Mark Zuckerberg.

El 13 de junio Alito Moreno se fue. El saqueo que protagonizó dejó un rastro de maquetas, mentiras monumentales y obras frágiles e inútiles, y a un buitre lunático como goberladrón sustituto, Carlos Miguel Aysa.

Un día después, el 14 de junio, empezó la fiesta: una granja de troles reportó masivamente 40 publicaciones mías en Facebook durante los siguientes tres días y, al mismo tiempo, mi esposa recibió más de 20 notificaciones de Google: alguien estaba intentando ingresar en su cuenta de correo electrónico. El resultado fue que lograron desterrarme 72 horas del paraíso virtual de Mark Zuckerberg.

No soy el único que ha sufrido este acoso. Daniel Sánchez de Página 66 y Ronny Aguilar de Página Abierta han pasado por el mismo trance, y Pablo Gutiérrez Lázarus, después de la entrevista en Telesur donde resurgió políticamente y se convirtió en principal precandidato del PAN al gobierno estatal, vivió un episodio similar.

Superado el castigo, recuperé el uso de mi cuenta pero sólo por unas horas porque de inmediato fui reportado por suplantación de identidad. Facebook inhabilitó mi perfil e inició una “investigación” para saber si yo era yo. Me comuniqué con las ONG´s defensoras de la libertad de expresión que me cuidan desde mi encarcelamiento y ellas, a su vez, tendieron puentes con algún nivel administrativo de la red social, donde presenté documentos de identidad. Unos días después retornó la normalidad hasta que, de nueva cuenta, volvieron los bloqueos, ahora por publicaciones que hice en 2008, 2009 y 2010 e infringían las normas comunitarias.

Tuve que tomar medidas draconianas. Encontré una extensión llamada Social Book Post Manager, diseñada para borrar todo en CaraLibro y arrasé con mi perfil personal. No dejé artículos, enlaces, likes, maquetas, segundos pisos ni enfermos mentales detrás. El proceso llevó bastante tiempo pero, por fin, lo logré… hasta que una nueva notificación me enseñó que no van a dejarme en paz: los ataques se trasladaron a mi fan page, Bestiómetro, y de nuevo por infringir normas comunitarias.

Existe la creencia de que Facebook usa un algoritmo para detectar palabras ofensivas y censurar publicaciones. Eso es en parte cierto, pero la verdad es que la responsabilidad, más que recaer en un código, recae en las empresas que Face contrata para cuidar que la red sea un “entorno seguro”. Ahí radica el problema.

No sólo en Campeche o en México, en todos lados existen evidencias de censura contra publicaciones críticas, denuncias, páginas de movimientos sociales que incomodan al poder o a potentados, y al parecer el eslabón podrido se encuentra en esas empresas contratadas por Zuckerberg, que adiestran a su personal con manuales sujetos a interpretaciones extrañas y cuyos niveles gerenciales son susceptibles de “arreglarse” con quien pague lo suficiente. De ahí que veamos posts aberrantes o comentarios obscenos de troles pagados por el gobierno a los que puedes reportar miles de veces sin que nada los perturbe, y a cambio perfiles críticos que son destruidos por una “mala palabra”.

Además de dar la lucha junto a organizaciones de defensa de la libertad de expresión en las redes, la única vía de escape para esta persecución de troles y bots del gobierno es dejar a Facebook sin materia para aplicar el machetazo. En otras palabras, se trata de postear sólo enlaces que dirijan a los lectores a mi sitio web, a mi punto com, donde puedo usar las palabras que me dé la gana sin la supervisión de la santa inquisición algorítmica o de censores a sueldo. Eso es lo que voy a hacer.

A partir de hoy, sólo verán en mi perfil personal: facebook.com/bestiometro, y en las fan pages: facebook.com/bestiometro2 y facebook.com/MVillarinoA, introducciones breves y links a bestiometro.com Será en este lugar donde usted ahora me lee, amable internauta, donde les diremos a los engendros que nos gobiernan todas aquellas cosas que las normas comunitarias de Facebook consideran pecados capitales y son castigadas con el exilio eterno del odioso y necesario CaraLibro.

Por cierto, también pueden encontrarme en Twitter aquí: @Bestiometro

Besitos.

Tantán.

Postdata: no se pierdan mañana mi experiencia mística con la CFE. Y pasado mañana, mi explicación de por qué Ibom Ortega y Ulises Ruiz han fracasado miserablemente en sus intentos por acabar a Alito Moreno.

Imagen tomada de La Neta Noticias.

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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.

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