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Layda y el indigenismo simulado

Recordarán que en el capítulo del viernes la goberladrona Layda Sansores, a trasmano, impidió la instalación de los artesanos campechanos que cada diciembre ofrecen sus productos en el parque central de la capital.

Recordarán también el pretexto para retirarlos: carecían de un nuevo requisito: el permiso de la Secretaría de Seguridad Pública. El permiso, según aseguró el comandante Balché en un español preocupante, es para que la policía brinde seguridad a los exponentes.

Sí, leyeron bien: los artesanos necesitan un permiso de la policía para que la policía los proteja ja ja. No culpen a Balché de este despropósito, él sólo repitió lo que le instruyó la secretaria de Seguridad Pública, Marcela Muñoz.

Partiendo de lo anterior y atendiendo a las jerarquías burocráticas, es fácil seguir la ruta del disparate: una vez recibida la orden de Layda de joder a los artesanos, Marce puso a trabajar su cabecita, ese manantial inagotable de lesiones autoinfligidas (remember “Pedalea con tu policía”) y la cabecita respondió al desafío inventando un trámite para que la policía haga el trabajo de la policía.

Ahora bien: cada barbaridad del gobierno incluye una justificación idiota que encubre la verdadera intención. Este caso fue uno de esos.

Con el pretexto del permiso, Layda mandó ahuyentar a los artesanos porque no los quería cerca del Festival del Centro Histérico de Campeche 2023, que inició el viernes y marca su momento estelar como Primera Jaguara de la entidad. Tomada esa decisión, entramos en una zona demencial donde se desprecia lo que se festeja.

El Festival, según nota de prensa del propio gobierno local, tiene temática histórica y étnica y empezó con el “Permiso a los cuatro puntos cardinales” a cargo del ballet Quetzal, en realidad una adaptación del Apocalypto de Mel Gibson en versión Bienestar que, aunque no me crean, se agradece. Con el anterior secretario de Cultura no hubiese habido ballet pero sí una factura por la cantidad total de la producción original de Mel Gibson.

Luego hubo concierto de jazz, genero musical que al parecer tiene profundas raíces mayas. Esto detona cuestionamientos que sólo Maussan podría responder, por ejemplo: ¿Thelonius Monk nació en Pocboc?

Hubo, cómo no, presencia de Cuba con Augusto Blanca, fundador de la Nueva Trova, según la nota, y esto me pareció de lo más acertado porque después de 60 años de Revolución los cubanos viven en su país como los pueblos originarios viven en el nuestro.

Hubo encendido del Árbol de Navidad en la Plaza de la República, actividad que honra tanto a los mayas como a los alemanes del siglo VII que ofrendaban un abeto a Thor-zilopochtli; y no para ahí cosa: además, la tradición de los arbolitos fue impuesta en México por ese gran líder indígena, Maximiliano de Habsburgo Puc.

Nota aclaratoria: ningún abeto fue talado en la construcción del Tren Maya.

El encendido del árbol fue presidido por Laura Sansores, hermana de la goberladrona, presidenta del DIF estatal y mandataria sustituta cuando doña Layda decida ya no venir los martes. Ahí fue donde Laura recibió el baño de pueblo que la prepara para recibir cetro y corona de su carnala.

Laura estuvo acompañada por Liz Hernández, secretaria del Bienestar, que afortunadamente no vandalizó ningún edificio, y por el secretario de Cultura del estado, Esteban Hinojosa, que milagrosamente iba vestido.

Visto lo anterior, les digo: nop, no había lugar para los artesanos campechanos en el Centro Histérico, no podían permitirles que se quedaran ahí, en el Festival de festivales y en el ungimiento de Laura, porque no encajan con el indigenismo escenográfico que gusta a Layda Sansobres.

Es simple, amiguitos: para la Jaguara premium, los indígenas de verdad afean el Festival que los celebra.

Besitos artesanales.

Tantán.

Miguel Villarino
Bestiómetro
4 de diciembre de 2023.

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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.

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