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Saqueo de Alito, campaña de Layda

¿Cuánto se embolsó Alito? Aquí tienen unos datos para que documenten sus rencores y una idea para la campaña de Layda al gobierno estatal.

¿Cuánto se embolsó Alito? Aquí tienen unos datos para que documenten sus rencores.

Tres mil 855 millones de pesos. A esa cantidad ascienden las irregularidades en el gasto federalizado detectadas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y la Secretaría de la Función Pública (SFP) en los años 2016, 2017 y 2018, época gloriosa en que Alito fabricaba maquetas, destruía hospitales, desfilaba con sus suburbans blindadas repletas de guaruras y armamento e instalaba adefesios alados en el malecón.

Mil millones de pesos anuales desaparecieron sin dejar rastro. Una rapiña sin precedentes, que es mucho decir siendo nuestro estado un generoso productor de ratas hambrientas. ¿Quién pagará por ello?

Oh, tristeza. Alito ya fue perdonado por el fraile tabasqueño que habita en Palacio Nacional, despacha ahora como dirigente de un partido espectral y en 2021 llegará, feliz de la vida y rebosando botox, a una diputación pluri con el encargo de arrear a la bancada del PRI en apoyo a la mayoría Morena, para simular democracia, representatividad, consenso.

Digamos que AMLO le aplicó a Alito la dosis baja en calorías de la Lucha contra la Corrupción, distinción que han merecido personajes como Bartlett, Napito, Ana Guevara, y eso es, créanme, un gran homenaje.

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Una parte de ese desvío corresponde a Aysa, pero él todavía tiene tiempo de maniobrar para quitarse el golpe recurriendo a los trucos financieros que la política mexicana ha convertido en arte, y, por su fuera poco, puede negociar con AMLO y poner a disposición del candidato de Morena el erario campechano y los órganos electorales, como el IEEC que manipula su hija Chenta Aysa, para asegurar un triunfo contundente de los representantes del pueblo bueno y sabio a cambio del perdón por hacerse de unos pesitos para que la jubilación no sea tan amarga.

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La que en teoría queda en el aire es América, que fue la secretaria de Finanzas durante los años de las irregularidades detectadas por la ASF.

América ahora despacha en la Coordinación de Asesores, lo que sea que eso signifique, y desde ahí su contribución al desarrollo estatal ha sido reconstruir el baño de esa cosa que administra para dejarlo a su gusto, lujoso y bonito, y prohibir que el personal lo use porque vaya usted a saber qué enfermedad de esas que porta la burocrática medianía le puedan contagiar.

América sería una víctima propicia para que la justicia haga como que funciona, pero a estas alturas de la 4T ya ni eso cabe. Y de todas formas, el esposo de América es sobrino de Layda, y Layda le habla al oído a AMLO y puede tramitar un blindaje inmediato. No sé ustedes, pero me parece que América ya la brincó.

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Y ya que apareció Layda en el horizonte, creo que la voracidad de Alito podría ser un buen punto de partida para su campaña a la gobernatura.

Tomando en cuenta los mil millones anuales que el exgoberladrón metabolizó, entonces el millón y medio de pesos por autorizar obras o la desaparición de seis millones de dólares que le atribuyen a la Salomé del Trópico en su delegación, la Álvaro Obregón de la CDMX, son un mal menor y una buena noticia para los liberales y heroicos, porque si no podemos evitar que nos roben por lo menos que la siguiente sea poquitera.

Súmenle a la ecuación anterior el don divino de Layda para transformarlo todo en un disparate y el drama adquiere otro sentido.

Va una escena. Mampara con eslogan: “Transar poquito, lo firmo y lo cumplo” o “PRImero los pobres… Sansores”, y al frente Layda y un notario público mostrando un documento grandote con la rúbrica barroca de nuestra amada líder. Aníbal atrás, salivando por el banquete sexenal que se aproxima y limpiándose la baba con la falda de la candidata. El mitin portátil de Maggy Duarte llevando las porras a niveles orgásmicos. Una joya.

No sólo eso, imaginen el debate entre Layda y Eliseo, el karateka frenético. Ella diciéndole que es un corrupto, un mini Alito, un muñeco de cuerda made in Yucatán, y Eliseo poniéndose los guantes para hacerla llorar con una serenata de madrazos.

Besitos.

Tantán.

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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.

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