Voy a portarme cariñoso: es una película fatigosa y cobarde rebosante de humor chafa a la que, según algunas opiniones que he escuchado, le sobró una hora de las tres que dura.
Creo que la cosa es más compleja que los sesenta minutos de nada que le encajaron al filme.
Me parece que Luis Estrada evitó la crítica directa al fraile del mondongo y prefirió centrarse en las miserias del pueblo mexicano para establecer una ecuación facilona e irresponsable: un pueblo como éste sólo puede producir un líder como Obrador. El presidente no es un idiota por sus propios méritos, sino por ser el destilado de un entorno envenenado. Pobrecito.
Y sí, entiendo que la tarea de ridiculizar a la 4T era difícil, porque nada puede superar a Obrador a la hora de parodiarse a sí mismo, o a la recua obradorista cuando de torpezas y vulgaridades se trata. Pero de haber aplicado algo de ganas e ingenio, tan presentes en sus otras películas, Estrada habría encontrado el rumbo.
Lástima, eligió volar hacia la tangente apostándole todo al humor de ficheras.
Nop, amados lectores, no creo que a esta película le sobre una hora, creo que le sobran tres.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.