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Una disculpa

Cometí un error y les ofrezco una disculpa. El viernes pasado, en mi fan page de Facebook, publiqué una nota sobre la captura en el malecón de Campeche de tres personas que se estaban suministrando combustible para besar el cielo y cuya detención fue posible gracias al sistema de videovigilancia de 200 millones de pesos, que detectó el patín a sargazo ardiente y lanzó la alerta.

Cometí un error y les ofrezco una disculpa. El viernes pasado, en mi fan page de Facebook, publiqué una nota sobre la captura en el malecón de Campeche de tres personas que se estaban suministrando combustible para besar el cielo y cuya detención fue posible gracias al sistema de videovigilancia de 200 millones de pesos, que detectó el patín a sargazo ardiente y lanzó la alerta.

La nota era de El Expreso y la razón para replicarla es que me pareció ridículo que los aparatitos pudieran captar a tres infelices matando una bacha pero no a un mataperros serial.

El sábado por la noche, un informante de toda mi confianza me contactó para decirme que sí, en efecto, hubo captura y el motivo fue el que indiqué, pero que no fueron las cámaras las que alertaron a la policía sino un ciudadano común y corriente, que pasó por el lugar, sintió el hornazo y dio el aviso.

La misma persona indicó que desde hace unos días, en todos los medios propiedad de Alito (cinco diarios y una televisora), dieron la instrucción de atribuirle al sistema de videovigilancia los triunfos policiacos, el sabor del pan de cazón, los colores del atardecer, la Champions del Liverpool, para justificar la multimillonaria inversión.

Sí, es cierto. Lo comenté con mi informante y lo comento ahora con ustedes: elogiar el funcionamiento de las cámaras precisamente en estos momentos es la peor estrategia posible, porque profundiza la sospecha de que la matanza de perros ha sido promovida y encubierta por las autoridades. Es como publicitar las Fuentes Danzarinas después del espectáculo de géiser y cascadas que ofreció el Bazar artesanal durante la lluvia del viernes.

Pero, por desgracia, esa estrategia es un derrape lógico considerando que gobiernan idiotas que no encuentran relación entre los halagos desmedidos que recibe Alito en los medios de comunicación y sus miserables 26 puntos de aceptación según encuestas.

Ahora bien, lo anterior no me exime de la disculpa que les debo, porque el petardo triunfalista de las cámaras me llevó a anunciarles que había encontrado una pista para dar con el mataperros, pero no sólo no hay tal, como ya vimos, sino que la campaña de desinformación complica todo a tal punto que, carajo, estamos en negros.

En cuestión de minutos, el fiscal Juan Manuel Herrera llamará a conferencia karaoke para interpretar su gustada teoría: “Las víctimas no se crean ni se destruyen, sólo se suicidan”, y mucho me temo que será esa la verdad que prevalecerá en tanto no aparezcan los videos que pagamos con nuestros impuestos pero son controlados por el propio asesino.

Porque no tengo duda de que es el gobierno el culpable, de ahí la desaparición de las grabaciones, las sospechosas órdenes de apagar cámaras a los propietarios de negocios ubicados en la zona de exterminio, o la campaña en prensa a favor del sistema de videovigilancia que equivale a una confesión de parte, pero el gobierno es también el poseedor de las pruebas y el detective del caso. Por ahí no vamos a conseguir nada y, lo que es peor, estamos a punto de presenciar otra aberración.

Alejandro Moreno Cárdenas acaba de ordenar la celebración de otro certamen de Motonáutica. El año pasado lo decidió de último minuto para impulsar a los candidatos del PRI que iban con paso firme hacia la derrota. Fue una idea genial como comprobamos el primero de julio. Esta vez, inquieto por el enojo que ha causado su maldad, volvió a decidirse de última hora porque le parece que la mejor forma de estimular la desmemoria campechana es una borrachera colectiva en el malecón, ese cementerio de perros, con el zumbido de los motores como marcha fúnebre. Al pueblo pan y lanchas.

Besitos.

Tantán.

Cartón tomado del tablero de lili sonora. Pinterest.

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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.

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